Cementerio de La Raya [La Raya]
Cementerio de La Raya
Anuncio de lápidas en Diario de Murcia de 1 de octubre de 1894 [Todos Los Santos]
Anuncio de lápidas en Diario de Murcia de 1 de octubre de 1894

    La tradición de asistir al cementerio para rezar por las almas de quienes ya abandonaron este mundo, está acompañada de un profundo sentimiento de devoción, donde se tiene la convicción de que el ser querido que se marchó pasará a una mejor vida, etc., sin ningún tipo de dolencia, como sucede con los seres terrenales.

    Estas fechas se celebran en España con unas características especiales. Durante los días precedentes los familiares de los difuntos realizan frecuentes visitas a los cementerios con el objeto de limpiarlos y adornarlos con todo tipo de flores, especialmente con crisantemos.

    La visita a los cementerios se realiza el 1 de noviembre. Es un rito de recuerdo y homenaje a los antepasados. En todas las iglesias se ofician misas en memoria de estos seres queridos que sirven para acortar los supuestos años de purgatorio en el más allá. La estancia de los familiares en el camposanto será más larga si la muerte se ha producido recientemente. En cualquier caso, no puede decirse que sea un hábito generalizado, pues la población que visita los cementerios suele ser la de mayor edad. Se encienden velas durante toda la noche y el cementerio permanece abierto. Ninguna tumba queda desprovista de luz y flores.

    El cementerio, en estos dos primeros días del mes de noviembre, es la inmensa plaza pública donde asoman las más inusitadas manifestaciones y los más extraños encuentros entre vivos y difuntos. El bullicio de las grandes ciudades contrasta con los cementerios rurales que se convierten en lugar de múltiples reencuentros. En otro momento, el cementerio representa el lugar cerrado, lúgubre, donde moran los difuntos. Está separado del mundo de los vivos por una elevada tapia que disimula o esconde a la vista, la fría arquitectura funeraria y es reconocida por los espigados cipreses que lo circundan. La piedra de las tumbas invita a su perennidad, las señas labradas, y la imagen o fotografía del difunto manifiestan una simbología determinada, la perpetuación, en este otro mundo, de su memoria. El enterramiento de nuestros seres queridos sugiere una idea de sacralidad conectada a cierta reflexión más allá de la vida cotidiana. En contrapunto, Freud opinaba que la creencia en la continuidad de la existencia del difunto revela una incapacidad para aceptar la prueba de la realidad.

    El cementerio está repleto de simbologías, es evocador de una civilización eminentemente urbana. Se distingue una claridad de alineaciones de nichos y tumbas.

    Los cementerios municipales y parroquiales como los conocemos en la actualidad son de finales de siglo XIX, debido que, antes, los lugares de enterramiento se localizaban en los anexos de las iglesias. Ya sea mediante la construcción de capillas laterales cerrando los muros de la iglesia, ya sea en humildes enterramientos situados en el atrio de entrada. A finales del siglo XIX se decretó que el establecimiento de cementerios parroquiales se ubicaría a las afueras de la localidad, debido a la falta de espacio y por motivos de insalubridad ya que muchos de ellos estaban situados junto a las iglesias parroquiales o ermitas insertos en la población viva.

    Dentro de la organización de los cementerios, en cuanto al nivel de arquitectura funeraria, se puede ver una variada tipología de construcciones que presentan o un estilo artístico, como fue el eclecticismo, neogótico, neomudéjar, neoclasicismo o modernismo de principios del siglo XX o la continuación de estos estilos junto con el gusto de localista. Pero una parte importante a destacar dentro de la configuración de los cementerios es la ubicación en un lugar concreto del cementerio de niños.