Resulta complicado definir humedal como sector paisajístico dentro del gran mosaico territorial heterogéneo que es Murcia, donde todos los elementos interaccionan, y donde los límites de éstos no están claramente definidos. Pueden considerarse como humedales aquellas zonas que representan anomalías hídricas positivas en el paisaje, sea en el espacial o temporal. Y que, aun siendo de escasa entidad, mantienen, al menos temporalmente, una lámina de agua libre superficial, que permite el desarrollo de la vida acuática. Asimismo, se consideran incluidas aquellas formaciones en las que el agua se mantiene lo suficientemente cerca de la superficie, como para constituir una anomalía paisajística, y albergar formaciones vegetales freatófilas, denominándose éste tipo criptohumedales.

     Si en otros territorios con un mayor grado de humedad, constituyen lugares de gran interés paisajístico y funcional, los que están inmersos en regiones áridas y semiáridas como es la nuestra, ven multiplicada dicha importancia: Regulan ciclos hídricos, retrasan avenidas, son lugares con una elevada productividad, en ellos se recuperan nutrientes, regulan el clima, forman microclimas, islas de humedad, que permanecen activos en el estío, son una importante fuente de recursos, y en muchos de ellos, se asocia a numerosas actividades antrópicas.

     Los humedales son espacios fundamentales en un territorio, como el nuestro, que se caracteriza por la aridez. Son 'islas de vida' que acogen a infinidad de especies vegetales y animales, que encuentran en estos lugares el refugio adecuado para su invernada, para su descanso, o para su reproducción, cría y alimentación. De ahí la importancia de estos espacios para la conservación de la biodiversidad, y la necesidad de protegerlos como uno de los 'valores añadidos' de nuestra tierra.

     No siempre bien valorados, sobre todo los de menor entidad (charcas, fuentes…) y los criptohumedales (saladares principalmente), los humedales de las regiones áridas y semiáridas representan el destilado de una biodiversidad adaptada a rigurosas condiciones ambientales, modelada por usos y culturas ancestrales, y sometida en la actualidad a una intensa presión por el hombre, que compite por sus recursos y por el espacio físico que ocupan.

Vicente Hernández Gil