Passer domesticus. Su nombre habla del tiempo que hace que nos acompaña esta especie [medio urbano]
Passer domesticus. Su nombre habla del tiempo que hace que nos acompaña esta especie
Vicente Hernández Gil

     Muchas son las especies que utilizan el medio urbano como hábitat preferente, incluso antes que otros más naturales. Quizás por ser más visibles, destacan las aves, algunas de las cuales encuentran en sus edificios un sustituto óptimo de los roquedos. Es el caso de los vencejos común y pálido (Apus apus y A. pallidus) y aviones común y roquero (Delichon urbica y Ptyotoprogne rupestris). Se trata de un grupo muy conocido por la gente, aunque suelen confundir las especies, que agrupan en una sola, las "golondrinas". Y es precisamente la golondrina (Hirundo rupestris) la especie que suele faltar de los núcleos estrictamente más urbanos, aumentando en número conforme se ruralizan dichas ciudades, bien sea por la presencia de grandes espacios abiertos, o por disminuir en tamaño, permitiendo la influencia de los ambientes más naturales circundantes.

     En su actividad diaria dan cuentan de toneladas de invertebrados voladores, su alimento, entre los que destacan los dípteros (moscas y mosquitos), formícidos (hormigas), hemípteros (piojos, pulgones) e himenópteros (chinches). A esta fauna que vive “en el aire” se ha dado en llamarla aeroplancton, a semejanza del "plancton" marino. Una misma alimentación para tantas especies diferentes podría dar lugar a competencia entre ellas, pero esto lo evitan distribuyéndose en el espacio y en el tiempo, así como atrapando tamaños diferentes de presas y adaptándose a distintos hábitos en cuanto a la nidificación.

     Otro grupos de aves característicos son los estorninos, sobre todo en el invierno, siendo frecuentes los grandes bandos formados por las dos especies que nos visitan en esta época, el pinto (Sturnus vulgaris) y el negro (Sturnus unicolor), y que suelen utilizar las grandes arboledas de los parques para pernoctar. La utilización como dormidero de los árboles de avenidas y parques se encuentra justificada por la seguridad y tranquilidad que les brindan. Durante el día se suelen dispersar por los campos en busca de alimento, volviendo fielmente a su dormidero al atardecer. Los bandos, en ocasiones muy numerosos, se acompañan de estruendosos cantos y no menos numerosas deyecciones, lo que suele causar malestar, y se califica normalmente como "problema". No hay que olvidar que es la propia acción humana sobre el medio la que favorece la aparición de especies-plaga en sus mismos campos, huertas, bosques y ciudades, al eliminar la diversidad que le es propia a cada cual e ir haciéndolos cada vez más homogéneos y uniformes. Es por esto que en los medios antrópicos, en los que el grado de humanización es elevado, encontramos siempre a las mismas especies, tanto de vegetación como de fauna, siendo estas muy pocas y muy abundantes, lo que posteriormente da lugar a "problemas" con dichas especies.

     Uno de estos problemas, derivado de la abundancia de palomas en nuestras ciudades, tan favorecidas por los sentimientos que producen, y los significados asociados a su presencia (bucólicos, paz, ...), es el deterioro que sufren monumentos y edificios históricos a causa de la acción química que sus deyecciones, ricas en amoníaco, provocan al reaccionar con las calizas de que están construídos. En algunas ciudades se está procediendo a su reducción y/o eliminación, así como a la protección de monumentos y fachadas con redes y pinchos.

     En el caso de las rapaces, el Cernícalo común (Falco tinnunculus) cría y pasa el invierno en nuestras ciudades y pueblos, reproduciéndose en edificios desde los que realizan vuelos de prospección en busca de presas, bien sea en jardines, o los que le ofrecen los ciudadanos poniendo en jaulas a otras aves. En cuanto a las rapaces nocturnas, es conocida la presencia durante la primavera y el verano del más pequeño de los búhos en nuestros jardines y parques, el Autillo (Otus scops). Su canto, parecido al sonar de un submarino, puede escucharse en la noche en casi todos los rincones de nuestras ciudades. La presencia de árboles de gran porte (ficus, plátanos, chopos, ...) favorece la instalación de esta rapaz. También es habitual la figura nocturna de la Lechuza (Tyto alba), desplazándose de un edificio a otro con las alas extendidas, que aparecen de un blanco níveo vistas desde abajo.

     Todas las rapaces se encuentran protegidas por la ley, lo que no impide que muchas de ellas aparezcan en el Centro de Recuperación de Fauna situado en El Valle, a causa de algún tipo de agresión sufrida por parte del hombre (disparos, expolio de nidos, venenos...). No hay que olvidar las labores de eliminación de ratas, ratones y otros roedores, así como gran número de invertebrados que llevan a cabo, junto a los murciélagos, habitantes también de grietas, aleros, cornisas, tejados, huecos y salas de edificios antiguos.

     Entre los murciélagos, destacar la presencia de dos especies, el murciélago común (Pipistrellus pipistrellus), por su abundancia, y el murciélago ratonero (Myotis blythi), citado en Caravaca y Murcia por su rareza, además de la presencia de otros muchos que por falta de estudios específicos no han podido ser inventariados.

     De los mamíferos, además de aquellos que pueden considerarse animales de compañía (perros, gatos, pájaros, ...), y otros más raros (culebras, tortugas, iguanas, tarántulas...), aparecen especies acompañando al hombre allá donde éste se desplaza como son la rata común (Rattus norvegicus) y el ratón casero (Mus musculus), auténticas pesadillas imposibles de erradicar, pues somos nosotros y nuestras actividades las que favorecen su presencia. La rapidez con que se reproducen les permite habituarse a los diferentes venenos, con el peligro que esto supone para otras especies consideradas beneficiosas. La eliminación es prácticamente imposible, por lo que sería más razonable reducir sus poblaciones de forma natural usando predadores (gatos, culebras, rapaces, etc.), y dejar de poner toneladas de venenos que de poco sirven.

     En cuanto a nuestros jardines, son visitados por numerosas aves, pudiéndose contemplar de forma habitual Colirrojo Tizón (Phoenicurus ochrurus), Pinzón (Fringilla coelebs), Petirrojo (Erithacus rubecula) o Mosquitero Común (Phylloscopus collybita), como visitantes invernales, o al Mirlo (Turdus merula), Verdecillo (Serinus serinus). Verderón (Carduelis chloris), Carbonero Común (Parus major), Curruca Capirotada (Sylvia atricapilla) o Lavandera Blanca (Motacilla alba), todo el año, aunque esta última es denominada familiarmente "pajarita de las nieves" por aparecer en mayor número durante el invierno, cría y se reproduce en repisas y terrazas de edificios.

     De los reptiles, tan sólo citar como especies adaptadas al hábitat que le ofrecen los edificios la Lagartija ibérica (Podarcis hispanica), y las Salamanquesas común y rosada (Tarentola mauritanica y Hemidactylus turcicus), que pueden ser vistas en terrazas, muros y paredes de edificios enclavados en el mismo centro de las ciudades.

     De otros grupos, que de forma artificial se mantienen para deleite de los ciudadanos, como los patos en ríos y puertos, o los enjaulados en distintos jardines y casas, no hacen sino aumentar las posibilidades de supervivencia de especies exóticas en la naturaleza, en detrimento de las especies silvestres.