Verdecillo común [Vegas y Regadíos]
Verdecillo común
Vicente Hernández Gil


     En los medios agrícolas ha desaparecido prácticamente la vegetación "natural", pero ello no implica que su fauna carezca de interés. Siguen siendo diferentes los casos de la huerta tradicional, frente al de la agricultura industrial intensiva. La puesta en regadío de miles de hectáreas de secano ha supuesto la desaparición de comunidades faunísticas enteras, sustituidas por nuevas especies más adaptadas a la nueva estructura de la vegetación. Igualmente, las balsas de riego asociadas, que tanto han proliferado en la geografía murciana, han resultado de interés para las aves acuáticas, destacando las poblaciones de zampullín común (Tachybaptus ruficollis) y de cigüeñuela (Himantopus himantopus), que se han visto beneficiadas hasta tal punto, que son más numerosos en éstas que en zonas húmedas naturales.

     Hay que destacar también la adaptación a estos medios tan cambiantes de la agricultura intensiva de otra especie emblemática en nuestra avifauna: la canastera (Glareola pratincola). De considerarse extinguida hasta hace una década, en los últimos años ha vuelto a colonizar algunas zonas de cultivo en Murcia, pasando desde unas pocas parejas a casi la treintena en la última temporada de cría, debido a las gestiones llevadas a cabo por miembros de ANSE en colaboración con los agricultores propietarios de los terrenos.

     En cuanto a la huerta tradicional hay que comentar que ya fue estudiada en el año 1981 por un insigne ornitólogo, don José Damián Navarro Medina, desde Cieza hasta Beniel, consignando la presencia de 125 especies diferentes de aves. Lo que da una idea del enorme valor ecológico de estos sistemas agrarios tradicionales, donde no sólo construyen sus nidos más de 50 especies diferentes sino que otras tantas utilizan este hábitat para pasar el invierno o durante las migraciones.

     Muy conocidos de la gente de la huerta son los mirlos, verderones, verdecillos, jilgueros, currucas, mosquiteros, carboneros, zorzales, estorninos, pinzones, lavanderas, tarabillas, carriceros, ruiseñores, escribanos, buitrones, alcaudones, oropéndolas, y un largo etcétera, en el que no puede faltar los familiares gorriones, acompañándonos en nuestras propias viviendas, tanto el común (Passer domesticus), como el molinero (P. montanus). Eso sí, denominándolos de forma diferente: cagaestacas, guerreros, tintines, gafarrillas, verdolores, merlas, tordos, alfalferos... cuya riqueza lingüística da fe de aquella otra, faunística, presente en estos medios.

     También aparecen en la huerta anfibios como el sapo común y la rana, antes mucho más comunes, y diferentes especies de reptiles, entre la que destaca la culebrilla ciega y la culebra de agua. Las acequias que irrigan la huerta también llevaban distintas especies de peces, principalmente carpines y gambusias, un pez introducido a principios del siglo XX para acabar con el paludismo en aquellas áreas encharcadas tenidas por inhóspitas, y cuya fortaleza hace retroceder a las especies autóctonas, incluso de otros grupos faunísticos como el de los anfibios o los invertebrados. También se citan en textos antiguos la presencia de fartet (Aphanius iberus) y de anguilas (Anguilla anguilla) en las acequias de la huerta murciana.