¿Por qué una planificación? ¿En qué consiste?

Desarrollar una correcta prevención frente a los incendios forestales exige trabajar en frentes muy distintos, desde la modificación de la estructura de la vegetación existente, a campañas de concienciación o educación en los colegios de las poblaciones de los alrededores. Muchas veces los equipos que trabajan en cada materia son distintos, de ahí que sea necesario un plan que indique claramente los objetivos, las actuaciones necesarias y las responsabilidades de cada uno.

Generalmente, las estrategias de educación ambiental o concienciación se desarrollan a nivel regional. Es el caso también del operativo para la extinción de incendios que, en la Comunidad Autónoma, se coordina conforme a las Directrices del Plan Infomur. Sin embargo, las infraestructuras y tratamientos de gestión forestal deben definirse con un nivel de precisión mucho mayor, por lo que suelen desarrollarse en planes comarcales. Éstos, por lo tanto, se centran en la creación de una red de sistemas de defensa lineales y las necesidades en cuanto a puntos de agua y arreglo de la infraestructura viaria. La base para determinar las medidas la proporcionan las condiciones ambientales y el historial de los incendios forestales acaecidos a nivel local.

La red de áreas cortafuegos se suele extender sobre territorios de gran valor natural con altos niveles de biodiversidad. Se da entonces una contraposición entre la gestión forestal que busca potenciar esa diversidad biológica, mediante estructuras diferentes en las que se combinen lo singular y la mezcla vegetal, y lo que se requiere desde el punto de vista de la prevención, que es justamente lo contrario, la discontinuidad en el paisaje y entre estratos de vegetación. La solución intermedia, que permite la multifuncionalidad del monte, es la estructura de un paisaje en mosaico, con polígonos separados por áreas cortafuegos, pudiendo existir en cada retícula la mezcla íntima y diversa de estratos que permite aumentar el número de nichos ecológicos.

La planificación de la prevención en Sierra Espuña

El Parque Regional de Sierra Espuña protege cerca de 18.000 ha, gran parte de las cuales están cubiertas por un bosque de pino carrasco que debe ser protegido frente a los incendios. Al tratarse de un Espacio Natural Protegido, su gestión se rige por las directrices que marca el Plan de Ordenación de los Recursos Naturales (PORN), el cual, a su vez, exige un Plan Sectorial Forestal (PSF) que regula la gestión forestal y marca las líneas generales que debe seguir el Plan de Defensa Contra Incendios Forestales, redactado en el año 2004 y que indica las actuaciones preventivas a realizar a nivel comarcal.

Desde el año 2004 hasta la actualidad se han ido desarrollando las actuaciones que se proponían. Se han ultimado los trabajos de intervención y comienza a planificarse la revisión, ya que cada cuatro años es recomendable repensar las necesidades de mantenimiento y control de la vegetación.

Dicha revisión se llevará a cabo en el 2008 mediante convenio con la Universidad de Valencia. Se incluirán las medidas a tomar en cuanto a mantenimiento de la infraestructura viaria, que anteriormente se desarrolló por separado en un Plan para la Infraestructura Viaria, ya que tan importante es trabajar en la creación de barreras que dificulten la propagación del fuego, como tener en correcto estado de conservación los caminos y sendas por los que accederán los medios de extinción en caso de ser necesarios.

¿Qué se ha hecho los últimos años?

Siguiendo las directrices del Plan de Defensa Contra Incendios Forestales de Sierra Espuña, en los últimos años se han llevado a cabo una serie de proyectos encaminados a la mejora de infraestructuras y a la disminución del riesgo de incendio de la vegetación. Pueden clasificarse en tres tipos:

1. Selvicultura de mejora en superficies en las que el pinar tiene una elevada densidad (ej. zona de los pozos de la nieve) eliminando los árboles con escasa posibilidad de supervivencia, potenciando de esta forma los mejores pies. El objetivo es transformar lo que era una manta continua de vegetación con altísimo peligro en una formación en la que las copas de los árboles no se entremezclan y en la que estas copas, mediante poda, quedan separadas de los arbustos que se encuentran debajo.

Dentro de este grupo se incluyen los trabajos en antiguas zonas incendiadas (ej. El Barbol) donde la reforestación natural ha generado pinares con densidades excesivas, y en los que se practican clareos para conseguir bosques menos densos, más saludables y con menor riesgo de incendio forestal.

También destacan las actuaciones llevadas a cabo en zonas afectadas por la nieve y el viento (ej. Barrancos de Malvariche, de Enmedio, de Espuña) en las que había grandes cantidades de madera muerta y leñas en el suelo con gran riesgo, no sólo de incendios, sino también de plagas.

2. Acondicionamiento de infraestructuras para la prevención y la lucha contra los incendios forestales, tales como caminos, balsas, aljibes, depósitos de agua, etc.

Además del acondicionamiento de puntos de agua ya existentes, se han construido dos balsas de mayor capacidad en Prado Mayor y La Carrasca y un depósito para el agua en el barranco de Malvariche. En lo que se refiere a los caminos, el mantenimiento se da de manera continua, en función de las prioridades de gestión y el estado de conservación de las pistas.

3. El esfuerzo, en el caso de los tratamientos lineales, se ha dirigido al mantenimiento y transformación de los cortafuegos existentes y a la creación de nuevas áreas cortafuegos en las superficies que se detectaron más desprotegidas. De hecho, de las 160 hectáreas que se deben dedicar a actuaciones de mejora anualmente, según el Plan Sectorial Forestal, más del 50% se ha dedicado a este tipo de trabajos.

Conclusiones

Dentro del conjunto de medidas que, desde un enfoque integral, deben tomarse para acabar con la excesiva proliferación de incendios forestales, la planificación comarcal de las infraestructuras de prevención es una herramienta fundamental para la disminución del riesgo de aparición de incendios y para, en caso de ser necesario, facilitar el trabajo de los medios de extinción. Llevar al terreno las indicaciones de estos planes requiere una gestión activa diaria que en estos momentos supone una prioridad para cualquier gestor forestal en la Región de Murcia.