Figura 1. De la posición del sol depende la cantidad de luz que penetre en las aguas
Figura 1. De la posición del sol depende la cantidad de luz que penetre en las aguas
Juan Carlos Calvín
Figura 8. Vegetales y animales amantes de la penumbra en la roca profunda o en las cuevas
Figura 8. Vegetales y animales amantes de la penumbra en la roca profunda o en las cuevas
Juan Carlos Calvín

     La cantidad de energía lumínica que llega a la superficie del mar (figura 1) depende de la latitud (máxima en el ecuador y mínima en los polos), del ciclo de estaciones (máxima en primavera y verano), del ciclo día-noche y de una serie de factores locales, como nubosidad, contaminación, turbidez del aire, etc. De esta energía incidente, una parte va a ser reflejada (figura 2) por la superficie del mar como consecuencia del fuerte gradiente de densidad existente entre el aire y el agua de mar.

     La importancia de dicha reflexión, que es menor cuanto menor sea el ángulo de incidencia, dependerá de la hora del día, de la estación del año y de la situación geográfica.

     A su vez, la fracción de luz que penetra en el mar sufre una pérdida de intensidad muy marcada a medida que gana en profundidad. Pérdida ocasionada por la absorción y dispersión de los rayos luminosos por las sustancias orgánicas disueltas y las partículas en suspensión (figura 3). Esta pérdida es de tal magnitud que en las aguas oceánicas a los 100 m de profundidad ya sólo llega el 1% de la luz incidente, mientras que en las costeras ese porcentaje se alcanza a una profundidad comprendida entre 10 y 30 m.

     La pérdida de luz con la profundidad no es sólo cuantitativa, sino que lo es también cualitativa, ya que no todos los colores que componen la luz visible pierden intensidad de igual forma. Así, el rojo y el violeta son los que se pierden más cerca de superficie, seguidos del naranja y el amarillo, siendo el verde y el azul los que más profundizan (figura 4).

Cómo afecta a los organismos marinos

     Esta extinción y degradación de la luz condiciona la distribución en profundidad de los animales y vegetales marinos (desde la superficie hasta una profundidad comprendida entre los 50 y 150 metros según la claridad de las aguas). Sólo en las aguas superficiales (desde la superficie hasta una profundidad comprendida entre los 50 y 150 metros según la claridad de las aguas) hay luz suficiente para la realización de la fotosíntesis, siendo por tanto en esta estrecha franja donde pueden desarrollarse los vegetales marinos y donde viven la mayor parte de los animales herbívoros.

     El resto de los organismos presentan adaptaciones a una intensidad y calidad de luz determinada, condiciones que buscarán según sea su capacidad de desplazamiento. Así, los que viven fijos al fondo (organismos bentónicos) se desarrollan en aquellos enclaves donde, ya por su profundidad, ya por sus características estructurales (grutas, extraplomos, paredes inclinadas, etc.), se dé la iluminación que necesitan (figuras 5, 6, 7, 8 y 9). En cambio, aquellos que tienen libertad de movimiento buscarán ese óptimo mediante desplazamientos verticales, condicionados éstos por los ciclos diurno y estacional.

Figura 5. Distribución de los organismos marinos según la intensidad luminosa en fondos rocosos - Cristina Eisman

Figura 5. Distribución de los organismos marinos según
la intensidad luminosa en fondos rocosos
Cristina Eisman

Figura 6. Distribución de los organismos marinos según la intensidad luminosa en fondos arenosos - Cristina Eisman

Figura 6. Distribución de los organismos marinos según
la intensidad luminosa en fondos arenosos
Cristina Eisman

Juan Carlos Calvín