La seda. Kimonos
La seda. Kimonos

Tras el lanzamiento de las bombas atómicas sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki al final de la II Guerrra Mundial, uno de los primeros y principales problemas médicos que aparecieron entre los supervivientes fue el desarrollo de quemaduras y melanomas (cáncer) en la piel.

Sin embargo, curiosamente, los médicos nipones observaron que la aparición de estas lesiones entre las clases pudientes era menor que entre el pueblo llano y, lógicamente, se preguntaron cómo era aquello posible y dónde radicaba el distinto comportamiento de las pieles de los ricos y los pobres.

Pues bien, tras diversos estudios epidemiológicos llegaron a la conclusión que el hecho diferencial radicaba en que los ricos usaban normalmente ropas de seda natural (ya por aquel entonces muy caras), mientras que los menos pudientes se vestían con sedas artificiales y otros tejidos.

Actualmente sabemos que los componentes celulares pueden ionizarse por las radiaciones, ocasionando graves trastornos en el organismo como, por ejemplo, cáncer. Pues bién, los tejidos de seda natural puede detener el avance de una de las tres clases de partículas que emiten los elementos radiactivos, las partículas alfa, que son las que tienen un menor poder de penetración.

Por esta razón, en Alemania, las autoridades de los Landers más próximos a Ucrania, tras el desastroso accidente ocurrido en la central nuclear de Chernóbyl en el año 199, decretaron la obligatoriedad de que los niños llevasen sus cabezas cubiertas con capuchones de seda.