Quesos de Murcia
Quesos de Murcia
Ana

Sabemos que nuestra especie y sus antepasados lograron sobrevivir durante millones de años antes de que el primer animal doméstico fuese ordeñado. Es más, todavía hoy, existen millones de hombres en el mundo sanos y longevos que no beben leche jamás. Sin embargo, no es menos cierto que desde hace miles de años, la leche y los productos lácteos han formado parte importante de la dieta de una gran parte de la humanidad, demostrando de este modo su incuestionable valor como alimento. Su riqueza en proteínas de alto valor biológico y, sobre todo, en calcio fácilmente asimilable, son dos muy buenas razones para aconsejar su consumo, fundamentalmente en las etapas de crecimiento cuando el cuerpo necesita formar sus huesos y músculos (infancia y adolescencia). Podemos afirmar que su valor nutritivo es muy alto en relación a su precio.

 Sin embargo, aunque la leche y sus derivados son, en general, bien digeridos y tolerados, sin embargo, determinadas personas o poblaciones resultan intolerantes o alérgicas a dichos alimentos. Así, por ejemplo, la leche resulta mejor tolerada por los jóvenes que por los adultos, ya que los primeros contienen en general mayor cantidad de los fermentos o enzimas reponsables de digerir la lactosa y que se denominan lactasas. Además también se sabe que las poblaciones de raza blanca están más adaptadas al consumo de leche. La razón es de adaptación evolutiva a las condiciones del medio. La tez clara, lo mismo que la suficiencia en lactasa, aumenta la absorción del calcio al permitir que ciertas longitudes de onda penetren en la epidermis y conviertan en vitamina D3 un tipo de colesterol que se encuentra en ésta. La vitamina D3 desempeña un papel decisivo a nivel intestinal en la absorción del calcio.

En general, para aquellas personas a las que les sienta bien la leche y los productos lácteos, la Sociedad Española de Nutrición, recomienda su consumo principalmente en la edad escolar, la adolescencia, durante el embarazo y la lactancia, la ancianidad y para los deportistas; resultando necesario controlar su ingestión en personas con problemas de hipertensión, trastornos digestivos, alteraciones de los lípidos sanguíneos, diabetes, u obesidad. En estos últimos tres supuestos se recomienda el consumo de leche desnatada.