Agua y precipicios, el recorrido más típico

     El abrevadero de la Fuente del Capitán, más conocido como Fuente Caputa, puede ser un buen inicio para ir conociendo la geodiversidad de la rambla de Perea. Aquí brota, entre los materiales detríticos del cuaternario aluvial, un pequeño manantial que aporta unos 5 l/s de agua de media. Se dice que sus aguas provienen de los llanos del Prado y Ardal y del área suroccidental de la Sierra de Ricote, drenaje natural de un acuífero que los hidrogeólogos denominan Herreros. El burbujeo de la poza es constante durante todo el año, e independiente de las precipitaciones. Sólo se recuerda que en época reciente se secara una vez, y fue por un hecho extraordinario acaecido en el año 1999, por el terremoto de Mula del 18 de febrero, de magnitud 4,8. Pero surgió de nuevo a las pocas semanas con un caudal excepcional, más de 30 l/s, adquiriendo sus valores normales dos meses después (Martínez Parra y Durán Valsero, 2004).

     Aquí, la geodiversidad es la culpable de tradiciones y leyendas. Caputa es un lugar que bien podría entrar a formar parte del inventario nacional de los conocimientos tradicionales relevantes para la conservación y el uso sostenible de la biodiversidad y geodiversidad, a que hace referencia la ley 42/2007, del Patrimonio Natural y de la Biodiversidad. Ha sido utilizado como abrevadero por los pastores castellanos que venían por la Cañada Real de Calasparra. Todavía hoy podemos deleitarnos con los rebaños que aquí disfrutan, sosegadamente, de esta agua surgida de las entrañas de la Tierra. Hay restos mineros donde se explotaban sus rocas, en concreto hay una calera, donde se quemaban las calizas para la obtención de cal. Los romanos encontraron en este lugar un entorno idóneo para vivir, de hecho cerca de este nacimiento, sobre una colina quedan ruinas de una villa romana. Pero, además, este paraje agreste y húmedo está presidido por un farallón calizo muy puntiagudo, el Peñón de Caputa. Sobre él existe la leyenda de una mora que la noche de San Juan, desde este peñón, llamaba a los caminantes y les pedía un beso para quedar liberada del encanto, de ahí su otro nombre; el Peñón de la Encantada.

     Sin querer desenmascarar el misterio, el Peñón de la Encantada debe su origen a que es un estrato calizo vertical que forma parte del flanco norte de un anticlinal, sus rocas se curvan rápidamente para dar lugar a un sinclinal, por cuyo núcleo pasa el barranco del Veto. Este brusco cambio de buzamiento se puede ver muy bien enfrente, en un estrato que hay junto a la pista que asciende a la Majada de las Vacas. La rambla atraviesa estos dos pliegues formados por materiales de la unidad I, la del Morrón de Totana.

     Cerca de Fuente Caputa, al este de la intersección de la carretera con la rambla, afloran areniscas con intercalaciones margosas, amarillentas, del Tortoniense inferior (unidad II), mientras que las aguas discurren momentáneamente por aluviones cuaternarios, para posteriormente abrirse paso en las calizas del Eoceno medio pertenecientes al Manto del Morrón de Totana, en las cuales se observan algunos nummulítidos, así como restos de bivalvos y equinodermos. Posteriormente el cauce continúa, levemente, por las calizas grises con Microcodium del Paleoceno.

     Se trata de materiales depositados en medios marinos, en general poco profundos. La existencia de cristales de Microcodium que están resedimentados en el Paleoceno implica la presencia de un clima tropical o subtropical anterior a esta edad, el cual debió también reinar durante el Eoceno medio (Luteciense), ya que los nummulítidos viven en plataformas carbonatadas tropicales a profundidades no muy elevadas, por ser organismos que viven en simbiosis con algas.

     Continuando aguas abajo, la senda pasa por un valle que, paradójicamente, se corresponde con el núcleo de un anticlinal cuya charnela, su parte superior, ha sido erosionada. En este valle y en los cerros próximos afloran las rocas más antiguas de la rambla, las margas marinas del Cretácico superior. Enseguida el caminante se da cuenta de que las rocas calizas con nummulites se repiten de nuevo, su color gris es inconfundible, es debido a que se trata del flanco suroriental de este anticlinal.

     Sobre estas rocas calizas, en varios lugares y a mitad de ladera, se adivina un cambio litológico brusco, revelado por su cambio de color gris-amarillento, separado por una superficie de discontinuidad plana. Es una magnífica discordancia angular, sobre la Unidad I yacen las areniscas y bioclásticas del Tortoniense superior (Unidad III), que se distinguen fácilmente del resto por sus colores amarillentos y su particular modo de alterarse por procesos de taffonización. Esta estructura sedimentaria nos explica muchos detalles de la historia geológica de la zona. Confirma que tras el plegamiento y emersión de la unidad I y II por la orogenia Alpina, parte de estas unidades, fueron erosionadas formándose un paleorelieve. Posteriormente, este antiguo relieve emergido fue inundado por el mar que depositó la unidad III.

     En esta discontinuidad litológica, existe un hard ground. Se trata de una superficie repleta de fósiles marinos, que se formó en un momento de la historia geológica en el que el depósito de restos de caparazones de organismos era muy elevado y la acumulación de sedimento escaseaba.

     El paseo continúa esquivando pozas. Se trata de diversos pilancones, de más de un metro de diámetro, formados en las calizas del Eoceno. En algunos de ellos se aprecian depósitos de arcillas de descalcificación y óxidos de hierro. En la pared, ya cerca de la presa, a la derecha podemos ver como las calizas están fracturadas, son las hermanas pequeñas de una falla mucho más importante que aparece junto a la poza más grande del la rambla de Perea. Es la zona de baño más conocida y popular. Este lugar, conocido como el Charcón, merece un descanso para disfrutar de su belleza geológica:

  • El escarpe por donde, peligrosamente, se lanzan los bañistas a la poza, está ahí porque se trata de un frente de cabalgamiento, el cual superpuso las calizas del Eoceno sobre las margas de color rojizo, más modernas, de la formación río Pliego. El movimiento de esta falla inversa se originó por la compresión producida por la orogenia Alpina que dio lugar también al plegamiento de las unidades I y II.

  • La discordancia entre las unidades I y III, se aprecia muy bien sobre este escarpe. Su superficie de discontinuidad, que posee un buen hard ground, se puede ver en el suelo del abrigo que hay en la parte alta. Aunque su visita es arriesgada.

  • En la presa hay una cascada, donde se están desarrollando depósitos travertínicos de escasa envergadura, pero muy didácticos para explicar la formación de estas rocas.

  • Se observan, en numerosos lugares, sistemas de diaclasas que afectan a los materiales más competentes; calizas del Eoceno y calcarenitas del Tortoniense superior.

  • Morfologías kársticas como pequeñas oquedades, son abundantes en este farallón calizo y areniscoso.

  • Fenómenos de desprendimientos. Es muy espectacular ver el gran bloque desprendido de las calcarenitas tortonienses, ubicado bajo el acueducto del Taibilla, en cuyas paredes se observan bien los procesos de taffonización.

  • El acueducto de los Canales de Taibilla, por donde pasa el agua procedente del río homónimo (nace en Nerpio, Albacete), es una gran obra de ingeniería que decora este paraje natural. Además hay una pequeña central eléctrica que aprovecha el desnivel originado por el encajamiento de la rambla de Perea.

     Aquí finaliza el sendero señalizado, culmina así el paseo más típico por la rambla de Perea (figura 2). Si bien, quien continúe el recorrido aguas abajo será recompensado con nuevas sorpresas, nuevos paisajes geológicos que no le defraudarán.