La rambla de Perea atraviesa varias unidades de rocas con edades comprendidas entre el Cretácico superior y el Cuaternario y que pertenecen a dos contextos geológicos diferentes; el complejo Maláguide y la cuenca neógena de Mula y Fortuna. De una forma sencilla las rocas que se ven en el cauce de la rambla las hemos agrupado en cuatro conjuntos de características geológicas muy diferentes:

Unidad 1. Manto del Morrón de Totana. Cretácico-Mioceno inferior

     En la base de su cabecera, desde Fuente Caputa hasta cerca de la casa de Perea, afloran diversas rocas de naturaleza detrítica y carbonatada (margas, calizas, y arcillas rojas), con edades comprendidas entre el Cretácico superior y el Mioceno inferior. Según Martín-Martín (1996) este conjunto de materiales constituye la prolongación hacia el norte y noroeste del Manto del Morrón de Totana (Sierra Espuña), que es una de las unidades superiores del complejo Maláguide. Se trata de un conjunto plegado y estructurado, en esta zona, en una serie de escamas tectónicas despegadas a favor de los materiales margosos del Cretácico superior que forma parte del sinclinorio que origina la depresión de Mula-Pliego. Esta unidad litoestratigráfica aflora extensamente al noroeste de Mula, desde el cerro del Castillo y pantano de la Cierva hasta el cerro del Lomo. Según Martín-Algarra (1987) estos materiales se habrían depositado en pleno centro del Mediterráneo occidental, desde donde se desplazaron posteriormente varios centenares de kilómetros hacia el este hasta su posición actual.

Unidad 2. Marina, sinorogénica, cuenca neógena de Mula

     El noreste de la Rambla de Perea está limitado por un monte denominado el Cejo Cortado. Se trata de un magnífico pliegue anticlinal formado durante la orogenia Alpina, cuya parte superior, es decir su charnela, ha sido en parte erosionada. Está constituido por margas, en su núcleo, y calizas bioclásticas marinas formadas en medios costeros durante el Tortoniense inferior.

Unidad 3. Marina, postorogénica, cuenca neógena de Mula

     El cauce y páramos adyacentes a la Rambla de Perea, permiten ver dos grandes conjuntos de rocas que tienen una historia geológica común. En el Tortoniense superior (7 millones de años) tras la fase más importante de la orogenia Alpina, que formó el Cejo Cortado y los relieves del pueblo de Mula, esta zona de Mula quedó cubierta de nuevo por el mar. Viendo una panorámica es fácil imaginarse la costa al pie de estos relieves emergidos o las zonas más profundas hacia el sur, ya que las rocas de esta fase de la historia apenas han sufrido deformaciones, y su inclinación hacia los Baños de Mula, es prácticamente la originalmente tenía el fondo del mar. En este ambiente marino se formaron dos conjuntos de rocas:

  • Las areniscas depositadas en ambientes costeros y en la plataforma marina, como lo demuestra su abundante fauna marina, algas, ostras y erizos, entre otros fósiles. Estas rocas alcanzan un gran espesor hasta el curso medio de la rambla, casas de los Pavos y Cueva, a partir del cual se van adelgazando hacia el sur siendo sustituidas por los fangos margosos depositados en zonas más profundas. Se depositaron tapando las unidades anteriores, es decir están discordantes con ellas y no presentan deformaciones tectónicas apreciables.

  • La margas que al principio se combinan con las rocas anteriores pero que después adquieren entidad por si solas, tomando un enorme espesor hasta el final de la rambla. Se formaron en ambientes marinos profundos, donde los sedimentos procedentes de ramblas o corrientes submarinas eran escasos y finos, arcillas y limos, los cuales se mezclaban con los carbonatos precipitados por el agua del mar, dando lugar a estas rocas.

Unidad 4. Ríos y lagos, la paleorrambla de Perea, Plioceno-Pleistoceno

     Durante el Messiniense, el mar se va retirando hacia el sur hasta agonizar con el depósito de yesos, rocas que podemos encontrar ya cerca de Alcantarilla. Durante este proceso el terreno que antes estaba ocupado por el mar, empieza a emerger. Se originan sobre él ramblas que seccionan las partes más elevadas del relieve y depositan sus acarreos en las partes más deprimidas, antes las más profundas del medio marino. Es el origen de la paleorambla de Perea y otros cauces fluviales anexos. Estos depósitos de finales del Terciario y del Cuaternario antiguo, hoy los podemos ver a más de sesenta metros de altura del cauce actual de la rambla, en su curso bajo, o en la ladera del Cejo Cortado, formando didácticos piedemontes. Es fácil imaginarse que en aquella época el relieve estaría a la altura de estos sedimentos y que sería un relieve relativamente llano, una llanura donde el agua de las ramblas y barrancos divagaba y circulaba con dificultad entre los sedimentos dejados por las sucesivas avenidas, entremezclándose así barras de piedras con remansos de agua, generando ambientes fluviales anastomosados y zonas palustres. En este ecosistema húmedo y encharcado, se instaló una exuberante vegetación, un vergel que se petrificó con la cal del agua originando gran cantidad de travertinos que hoy podemos contemplar en muchos cerros anexos al entorno de los Baños y Puebla de Mula.

Unidad 5. Erosión y terrazas fluviales, Cuaternario

     Durante el Cuaternario reciente, esta cuenca fluvial y palustre se abre paso hacia el río Segura, se hace exorreica. La rambla de Perea gana así una mayor pendiente y longitud y crece hasta desembocar en el río Mula. Este fenómeno geológico, causado posiblemente por una mezcla de variables como cambios climáticos, tectónica, etc., causó un encajamiento brutal de la rambla. Su caudal volvió a movilizar de nuevo los sedimentos que transporto la paleorambla de Perea. Unos llegarían hasta el río Mula y otros fueron depositados en el mismo cauce pero a cotas más bajas. De esta forma el agua fue modelando las sucesivas terrazas que podemos encontrar. Su entorno, esa antigua llanura fluvio-palustre, fue también erosionado, bajando su topografía casi un centenar de metros. Tan solo hoy día resisten aquellas zonas con rocas más duras, travertinos y conglomerados, originando magníficas mesas y muelas, son los cabezos próximos a la Puebla de Mula, últimos vestigios de un relieve más elevado.

     En la actualidad continúa este proceso natural, la erosión. La rambla de Perea sigue modelándose, profundizando y ensanchando su cauce, continúa forjando su propia historia. Su incansable labor borra huellas de su pasado geológico reciente, pero abre nuevas páginas de este libro pétreo de nuestra región de Murcia. Es lo que tiene un paisaje semiárido, casi sin vegetación, que descubre y nos permite leer sus piedras.