Figura 1: Reconstrucción paleogeográfica de la Tierra durante el Devónico. Basada en las reconstrucciones existentes en la bibliografía recomendada
Figura 1: Reconstrucción paleogeográfica de la Tierra durante el Devónico. Basada en las reconstrucciones existentes en la bibliografía recomendada
Antonio del Ramo Jiménez
Figura 2: Reconstrucción paleogeográfica de la Tierra durante el Pérmico. Basada en las reconstrucciones existentes en la bibliografía recomendada
Figura 2: Reconstrucción paleogeográfica de la Tierra durante el Pérmico. Basada en las reconstrucciones existentes en la bibliografía recomendada
Antonio del Ramo Jiménez

Los Oscuros Comienzos. El Paleozoico

    A las rocas más antiguas de la región se les atribuye una edad incierta entre el Precámbrico y principios del Paleozoico, hace más de 500 millones de años (Ma.), ya que no pueden ser datadas con exactitud, al tratarse de rocas metamórficas, que carecen de fósiles. Son micaesquistos oscuros muy ricos en grafito, granate, estaurolita y cloritoide, y cuarcitas negras; que afloran al sur de La Unión, al norte y suroeste de Sancti Spiritus (Santo Espíritu) y al sur del Llano del Beal, Estrecho de San Ginés y Los Blancos, etc.  Estas rocas proceden del metamorfismo de antiguos sedimentos detríticos; arcillas y arenas silíceas ricas en materia orgánica, depositados en algún lugar del noreste de África, cuando ésta formaba parte de un macrocontinente existente en aquella época; el denominado Pangea 1, Paleopangea o Rodinia. Este macrocontinente hace unos 600 Ma. comenzó a fragmentarse, y  las tierras murcianas quedaron dentro del denominado Gondwana, compuesto por Sudamérica, África, India, Antartida, Australia, y la Península Ibérica.

    Paradójicamente, nada sabemos de la mitad noroccidental de la región, que unida al resto de terrenos que forman actualmente la península, debía de estar algunos centenares de kilómetros más hacia el este, en el noroeste de Gondwana. Durante el resto de la era primaria (Paleozoico), las rocas que forman actualmente el basamento de la parte suroriental de Murcia (Zonas Internas), se siguieron acumulando en el norte de Gondwana, unas veces en medios sedimentarios marinos y otras en continentales, sin que podamos saber con exactitud su edad. Mientras el resto de la región (Zonas Externas) estaría más al oeste, posiblemente emergida.

    Así, a finales del Silúrico y durante parte del Devónico (hace unos 420-380 Ma., figura 1), algunos de los terrenos que actualmente afloran en la sierra de la Torrecilla (Lorca), formaban parte de una plataforma marina en el norte de Gondwana (África) y en ella sedimentaban fangos carbonatados sobre los que se desarrollaron praderas de crinoides (lirios de mar), por las que deambulaban trilobites, equinodermos y moluscos, que junto con restos de tentaculites, forman actualmente las calizas de tentaculites de esta sierra.

    En este último periodo (Devónico), mientras la parte que actualmente ocupan las Zonas  Internas seguía en el norte de Gondwana, el resto de la región (basamento de las Zonas Externas) debió comenzar a migrar hacia el noroeste, junto con gran parte de la península y de otros países europeos, formando la denominada Placa Armoricana, que durante el Carbonífero (hace unos 350 Ma.) colisionaría con Laurussia (Norteamérica, Groenlandia, Escocia, Irlanda, etc.) dando lugar al comienzo de la Orogenia Hercínica, que concluyó cuando sucesivamente chocaron Gondwana y Angara con Laurussia, ésta última ya en el Pérmico (hace unos 300 Ma.).

    Las sucesivas colisiones volvieron a originar un único y gran macrocontinente: el Pangea 2 o simplemente Pangea (figura 2), que marca el comienzo del Pérmico. La actual Región de Murcia seguía y seguirá separada en dos zonas, situadas a centenares de kilómetros de distancia, hasta el Terciario (Mioceno medio-superior).

    El basamento de las Zonas Externas estaba junto con el resto de la Placa Armoricana, encajadas entre Gondwana (África) y Laurussia, pero como consecuencia de esta situación tectónica, aparecen dos grandes fracturas (fallas de desgarre) que conducirán en un futuro cercano a la individualización de la Placa Ibérica; son las denominadas Falla del Golfo de Vizcaya por el norte y Falla de Gibraltar por el sur.

    Las Zonas Internas, se situaban a algunos centenares de kilómetros más al este, en el norte de la antigua Gondwana, que limitaba al noreste con un nuevo océano: el Paleotethis. En este margen, se depositaban grandes cantidades de arenas silíceas, arcillas y óxidos de hierro procedentes de la erosión de los relieves creados por la Orogenia Hercínica en el norte de la actual África. Por estos sedimentos, hoy transformados en rocas más o menos metamorfizadas, podemos pasear si visitamos gran parte de las sierras litorales o de Carrascoy-el Puerto y Espuña, donde aparecen como pizarras y filitas (arcillas metamorfizadas), cuarcitas (areniscas silíceas metamorfizadas) y argilitas (arcillas y limos muy compactados) y areniscas rojas.     

    El clima era cada vez más cálido y seco, prácticamente desértico, y las tierras donde se acumulaban los anteriores sedimentos detríticos, eran invadidas periódicamente por aguas marinas poco profundas, que al quedar aisladas del resto de las aguas oceánicas, originaban grandes salinas donde sedimentaban dolomías, y posteriormente yesos, que actualmente podemos observar en el Valle y el Majal Blanco (sierra de Carrascoy), en el barranco de Enmedio (Sierra Espuña), sierra de Enmedio o en otras muchas zonas de las sierras litorales.

    Esta situación se mantuvo en el noreste africano y también en el resto de Europa, incluida la Península Ibérica, durante todo el Pérmico y parte del Triásico, ya en el Mesozoico (Era Secundaria). Por ello es prácticamente imposible de distinguir, en muchas zonas, los sedimentos pérmicos de los del comienzo del Triásico y en los mapas geológicos se cartografían conjuntamente y se les atribuye una edad permo-triásica indiferenciada.