El águila perdicera es una rapaz de apreciable tamaño, aunque algo menor que la real, con una envergadura entre 1,50 m y 1,70 m. El diseño de su plumaje en los adultos es muy característico, contrastando el oscuro dorsal, con el claro de la zona ventral, en que destacan sobremanera las franjas negras que presentan las alas y la cola, en su parte más externa. Las alas son un poco más cortas que en las demás águilas, y aparecen un poco ensanchadas por el centro, lo que le da un aspecto como de halcón grande.
Hábitat y distribución
El águila perdicera es típica de la región mediterránea, y de sus sierras de altitudes medias y bajas, donde haya matorral mediterráneo y también zonas arboladas. En la Región de Murcia podemos verla en las Sierras del Altiplano (La Pila, El Carche, Sierra Larga, Picarcho), en algunas de la Vega Alta del Segura (Cabeza del Asno y del Puerto), y en las sierras litorales de Cartagena, Mazarrón, Lorca y Águilas (Almenara). Sus mayores efectivos se encuentran en la Península Ibérica y en el Magreb.
Costumbres y alimentación
Suele cazar en las llanuras, principalmente aves, haciéndolo habitualmente por parejas. Aprovecha cortados rocosos para instalar sus nidos, o taludes del propio río, ubicándolos en cuevas o repisas cubiertas, protegidas de las inclemencias del tiempo.
Protección y conservación
A partir de la década de los 80, esta especie experimentó una regresión muy acelerada del número de parejas, no sólo en la Comunidad Murciana, sino en toda España, siendo, posiblemente, una de las rapaces más amenazadas de Europa. Está considerada EN PELIGRO DE EXTINCIÓN.
Han sido especialmente graves en nuestra región los episodios de persecución directa mediante cepos, a veces instalados en el propio nido por colombicultores, o trampas instaladas como medidas de gestión inadecuadas en algunos cotos de caza menor, además de la siembra de venenos, y los disparos, a lo que se añade la desaparición de sus hábitats por urbanizaciones, creación de pistas forestales, choques con tendidos eléctricos, molestias en zonas de cría, etc. Debe pues reducirse la mortalidad, y mejorar sus territorios de nidificación y alimentación, así como sus áreas de dispersión, e invernada, entre las que se encuentra Murcia con una gran responsabilidad de conservación de la especie, si queremos seguir contemplando el vuelo de esta inapreciada rapaz.
En la actualidad se está desarrollando un programa Life de conservación del águila-azor perdicera en nuestra región por parte de la Consejería de Medio Ambiente, que contempla numerosas medidas, cuyos resultados son sin duda esperanzadores, y deben permitir la recuperación de esta especie hasta niveles poblacionales anteriores a su declive.
Vicente Hernández Gil