'Estos árboles impacientes, ligeros, frágiles, exquisitos, dejan una espiritualidad, una melancolía sutil en el paisaje, y traen a nuestra alma la inquietud que inspiran algunos niños delgaditos, pálidos, de mirada honda y luminosa, que hacen temer más la muerte'

¿Por qué florecen estos árboles tan temprano? ¿No parece que voluntariamente se ofrezcan al sacrificio, que quieran consolar al hombre enseñándole que han de quemarse y deshojarse muchas ansias antes de que cuaje la deliciosa fruta del alcanzado bien?...'

Gabriel Miró en Libro de Sigüenza (1917)

     Los almendros han formado parte de nuestro paisaje mediterráneo desde que los fenicios trajeron las primeras almendras junto con los primeros dátiles, ambos procedentes de Asia.

     Sin embargo, no es hasta el siglo XIX y, sobre todo, el pasado siglo, cuando el cultivo de los almendros se expande hacia las tierras de secano del interior del Sureste Español compartiendo junto al olivo la supremacía entre los árboles cultivados.

     La pertinaz sequía de los últimos decenios, y muy especialmente la de los ochenta, provocó junto a otros factores, la irremediable decadencia del secano y sus cultivos, desciendo sus rendimientos globales y también la superficie cultivada. Pero más que estos hechos, comunes a las situaciones de éste tipo, la transcendencia radica en el cambio de orientación que se inicia con ésta, ya que la arboricultura de secano –olivo, almendro– retrocede, las leguminosas casi desaparecen y tan sólo cereal y viñedo muestran cierto dinamismo.

     La superficie cultivada de almendros en la Región de Murcia la cifró el Centro Regional de Estadística en 74.006 hectáreas en el año 2003 y, para ese mismo año, la producción de almendra en cáscara alcanzó 26.943 toneladas, lo que equivale a decir que ¡cada hectárea murciana produce como promedio menos de 365 kilogramos de almendra en cáscara! De lo que se deduce que hay muchas plantaciones cuya producción es nula y cuyo futuro es el arranque o el abandono.

     Las causas de este bajo rendimiento son consecuencia de su cultivo en terrenos de secano con baja calidad de suelo, variedades poco seleccionadas, reducida protección fitosanitaria, poco o nada abonados.