El arroz es una planta curiosa porque posee las características de una planta terrestre, aunque sus raíces están sumergidas en agua.

    Es una planta herbácea anual que mide hasta un metro de altura, de la familia de las Gramíneas. Científicamente se denomina Oryza Sativa.

    El Coto Arrocero de Calasparra, representado por los arrozales de Calasparra y El Salmerón, forma una superficie aproximada de 1.500 hectáreas de tierras inundadas, a ambos márgenes del río Segura, en la Vega Alta.

    Son 1.060 hectáreas las que están inscritas y repartidas entre Murcia y Albacete, están ubicadas entre los márgenes del río Segura y su afluente el Mundo.

    El arroz crece en climas que abarcan desde zonas tropicales húmedas a zonas templadas, y se cultiva en tierras secas y charcas, en agua corriente o estancada, en arcillas, ciénagas y arena. Siempre que haya sol y agua puede encontrase una variedad adecuada. 

    De acuerdo con los antiguos escritores griegos, el arroz entró en Europa alrededor del año 300 a.C., traído desde la India por Alejandro Magno, país donde más variedades de arroz se han encontrado. Sin embargo, todo indica que la especialidad de su cultivo se desarrolló en China.

    En los inicios del Imperio Romano era un artículo de importación muy caro, pero pronto se comenzó a cultivar en Egipto, la Península Ibérica e Italia, donde el agua era abundante y el clima adecuado.

      En la península Ibérica los musulmanes lo cultivaron con éxito en ciudades como Sevilla, Córdoba, Granada, Murcia, Alicante y Tarragona.

    Calasparra, debido a su privilegiada situación y porque discurren por su término los ríos Alhárabe, Argos, Quipar y Segura, conoció el paso y asentamiento de todas las culturas: la eneolítica, la del Argar, la Ibérica, la romana y la musulmana, derrotada por los cristianos en 1492.

   En el siglo XV se produce la pacificación de la zona de la Vega Alta murciana, pero no es lógico pensar que los cultivos se recuperaran. En todo caso no existe documentación que demuestre la existencia del arroz hasta el siglo XVII. Pero no sólo fue esta zona la que conoció el cultivo del cereal, ya que también aportaron sus aguas el río Quípar y el Argos.

    En la Carta- Puebla de 1412-1414, en la que el Prior (sacerdote) de la Orden de San Juan de Jerusalén concede privilegio al Comendador de Calasparra para repartir sus tierras entre 50 vecinos que vengan a repoblarla, no figura ninguna mención explícita de una red de riego a partir del Segura. El fondo del valle era aprovechado por sus cañas para pasto y para cultivos marginales usando el agua de las fuentes y ramblas afluentes e incluso el taquín (cieno) dejado por las avenidas.

    Fue en el siglo XV y principios del  XVI cuando se produce la excavación o restauración de la Acequia de Rotas pero el mantenimiento costoso creó problemas, por este motivo el licenciado Francisco Ruiz Melgarejo, uno de los promotores de la nueva red hidráulica de Cieza, se interesa por el regadío calasparreño: entre 1538 y 1543, aprovechando las dificultades financieras de los propietarios, compró allí 1113 tahúllas y media, es decir, la mitad del heredamiento.

    A partir de ahora las iniciativas afectarán a la orilla derecha de la Acequia de Berberín de la que se conservan dos testimonios. Por una parte el informe de la comisión mandado en 1630 por la capital, para inspeccionar  las nuevas obras sobre el río, según el cual la fábrica de una presa y de una acequia en Calasparra costaría 14.000 ducados. Por otra, las gestiones realizadas entre 1632 y 1640 por la encomienda para recuperar una suma de 750 ducados dada en préstamo para ayudar a sacar el nuevo riego de Berberín.

    Y sólo nos queda tratar la Acequia del Esparragal que se tiene datos de su existencia que datan del 1675.

    De este modo, en la segunda mitad del siglo XVII se encuentra dibujado el regadío calasparreño clásico con sus dos núcleos mayores: la Huerta tradicional de Argos, desdoblada al otro lado del río, y la Vega del Segura, cuyo acondicionamiento abre una nueva etapa de la historia económica local.

    Los primeros documentos referidos al arroz en Calasparra datan del siglo XVII que hacen mención a las modificaciones que debían hacerse en la acequia de Rotas para el cultivo del cereal.

    Durante el siglo XVIII se produjo la adaptación definitiva del cultivo del arroz en Calasparra. El arroz se difundió en la Vega del Segura, pero en seguida invadió la huerta del Argos, inmediata al núcleo de población, provocando frecuentes epidemias de tercianas durante la segunda mitad del siglo XVIII y dando lugar a un retroceso demográfico.

    Por todo esto el Ayuntamiento prohibió en varias ocasiones el cultivo del arroz en los lugares inmediatos al pueblo. Pero las prohibiciones eran incumplidas una y otra vez. En 1804 se produjo el peor brote epidémico de tercianas con un alto índice de mortalidad. Tras esta fecha, el cultivo del arroz se repliega lentamente hacia zonas más alejadas del núcleo urbano, es decir, hacia las tierras regadas por el río Segura.

    El cultivo del arroz de Calasparra se oficializa y protege merced al Real Decreto de 1 de febrero de 1908, por el que se delimita el Coto Arrocero que comprende tres términos municipales: Hellín (de la vecina Castilla la Mancha), Moratalla y Calasparra de nuestra Región, siendo este último municipio en el que se da mayor tradición y arraigo.

    El coto arrocero alcanza una superficie de 2.463 hectáreas potenciales, es decir, que toda esa superficie quedó, merced al mencionado real decreto, destinada a arrozales.

    En la actualidad esta superficie se ve reducida por la construcción de embalses (del Cenajo y de Camarillas) que ocupan 1.909,54 hectáreas, de las cuales unas 1.000 hectáreas se encuentran hoy bajo el cultivo del arroz.

    De las 1.909,54 hectáreas que actualmente configuran el Coto Arrocero, 970,54 pertenece a Calasparra, 790 a Hellín y 149 a Moratalla.

    Es interesante observar cómo en estos últimos años numerosos propietarios, (cuyas tierras estaban dentro del Coto) que habían destinado sus hectáreas a arboledas, volvieron a cultivar arroz viendo el auge que tomó el cereal.