En el año 711 los musulmanes entraron en la Península Ibérica. En ese momento Villanueva del Río Segura pertenecía al conde Teodomiro. Por esta razón se piensa que las tierras en las que posteriormente se asentaría Villanueva del Río Segura formaron parte de la zona que se cita en el Pacto de Tudmir. Mediante este pacto las tierras de Murcia pasaban a poder musulmán, pero la población podía mantener su cultura y costumbres.
El siglo XIII comenzó para el Valle de Ricote y, por lo tanto, para Villanueva del Río Segura con uno de los hechos más significativos de toda la Historia medieval del Valle: la insurrección armada de Ibn Hud (Aben Hud) contra el poder almohade. Se proclamó emir y terminó por conquistar el reino de Murcia y casi todo Al-Ándalus. Su poder fue efímero, ya que diez años después de su levantamiento sería asesinado por su walí de Almería. A su muerte, el reino que conservaba se desintegró. Aunque valiente y ambicioso, Ibn Hud sufrió su falta de capacidad política y el poderoso brazo amenazante de la Reconquista cristiana del siglo XIII.
El Pacto de Alcaraz, la entrada cristiana
A mediados del siglo XIII la inestabilidad en el reino de Murcia hizo que el campo estuviera en perfectas condiciones para ser conquistado por los ejércitos cristianos. Las querencias personales de los gobernantes que se sucedieron llevó al reino a un hundimiento político, militar y económico. Al Pacto de Alcaraz de 1243 acudieron los dos bandos: el cristiano, de la mano del infante don Alfonso; y el musulmán. Por parte musulmana acudieron numerosos arraeces para aceptar la capitulación, cada uno independiente en su zona. Entre ellos figuraba el del Valle de Ricote. Este pacto suponía la supremacía de Castilla sobre el reino de Murcia. La mitad de las rentas públicas y las principales fortalezas cayeron en manos de los castellanos. A cambio, Castilla protegía y respetaba a los musulmanes que vivieran en las tierras conquistadas. En 1264 se produjo la revuelta de los mudéjares por incumplimiento de los acuerdos entre ellos y Alfonso X. La entrada en Murcia de Jaime I dos años más tarde devolvería el reino a los cristianos.
Los mudéjares del Valle estaban gobernados y representados ante los castellanos por la aljama. Las figuras más importantes de esta aljama eran los jeques o suyuj, los viejos u hombres buenos. Bajo el amparo de la aljama, en el Valle tenían sus propias leyes, practicaban libremente su religión y casi disponían de independencia jurídica y administrativa. Al final del siglo XIII, la sucesión de Alfonso X se complica por la muerte de su heredero. Subirá al trono Sancho IV, que contó con la ayuda de algunas órdenes religiosas, a las que había prometido tierras si lo apoyaban en su empeño de ser Rey de Castilla. El Valle de Ricote sería una de estas zonas en 1285.
El poder de la Orden de Santiago en el Valle de Ricote
Tras una buena administración durante el último cuarto del siglo XIII, la encomienda de la Orden de Santiago se vio en condiciones de negociar con Jaime II. El Rey aragonés había invadido el reino de Murcia en 1296, pero los castillos del Valle de Ricote siguieron perteneciendo a la Orden. Una excepción fue el castillo de Blanca, recuperado más tarde por la Encomienda. Tras algunas escaramuzas entre aragoneses y santiaguistas, las posesiones de ambos quedaron establecidas, hasta que a principios del XIV Castilla volvió a tomar el reino de Murcia bajo su mando. Bajo el poder de la Encomienda se hallaba una unidad jurídica, política y económica, que era el Valle de Ricote. Los representantes de la Orden de Santiago eran los comendadores. Algunos de estos comendadores fueron personajes importantes dentro del mundo político y económico del Reino a partir del siglo XIV.
El nacimiento de Villanueva del Río Segura para la Historia
En la visita que realizó Francisco de León al reino de Murcia en 1468 (por orden del maestre de Santiago) aparecen los lugares de Ulea, Blanca, Ojós, Abarán y Asuete, que indudablemente se corresponde con Villanueva del Río Segura, centro de la Encomienda de Ricote. Ésta fue la primera vez que el pueblo aparecía en unos documentos oficiales.
Unos años más tarde, tras la toma de Granada en 1492, la población morisca, pese a las capitulaciones, se ve impelida cada vez con más fuerza a convertirse al cristianismo o abandonar lo que, indudablemente, seguía siendo su patria. Por ello, y adelantándose a las disposiciones oficiales, una comisión de mudéjares del reino de Murcia, pertenecientes a los lugares de las Órdenes de Santiago (Asuete entre ellos), Calatrava (Abanilla) y San Juan (Calasparra y Archena), y del Obispo (Alguazas y Alcantarilla) visitan a los Reyes Católicos en Granada y les hacen diversas peticiones. Estas peticiones fueron aceptadas por los monarcas en una carta dada en dicha ciudad el 21 de septiembre de 1501.