La ermita primitiva

Las obras de la ermita de San Roque se iniciaron en los primeros meses de 1559 en el arrabal de Totana. Esta fue la ubicación inicial de la ermita, en la entrada de la villa, en el camino de Murcia.

En 1602 se concluyen las obras de la ermita primitiva de San Roque. En ese mismo año el concejo de Totana cedió unos solares junto a la ermita de San Roque para construir un convento donde se instaló una comunidad de frailes alcantarinos a principios del de 1603. A esta comunidad se le cedió la antigua ermita de San Roque para su uso hasta que tuvieran un espacio sagrado propio.

Concluida la iglesia de la casa convento, en 1607 el concejo acordó abrir de nuevo la ermita de San Roque al culto de los vecinos.

La ermita actual

En el siglo XVIII la ermita de San Roque si sitúa en un nuevo emplazamiento, extramuros de la villa, en el camino de Aledo. El porqué de este cambio de ubicación y el momento exacto en que se produjo se desconoce con exactitud. Lo que sí sabemos es que la actual ermita de San Roque fue concluida en 1761, según reza la inscripción que aparece en su fachada.

Después de una primera restauración que se hace con fondos públicos por amenazar ruina, se abre de nuevo al culto en el año 1903. La restauración fue obra del maestro D. Pedro Munuera Villar.

En 1995 fueron rehabilitadas sus fachadas por la Escuela-Taller de Totana, y unos años más tarde se restauraron también la techumbre y el interior. Estos trabajos permitieron recuperar parte de las pinturas murales originales del siglo XVIII.

Personajes

Los efectos de la peste propició que la población buscara la benefactora intercesión de San Roque para acabar con las epidemias o para testimoniarle su gratitud, por lo que decidieron levantar una ermita en su honor. San Roque (segunda mitad del siglo XIV), hijo de un rico mercader francés, se hizo ermitaño y paso gran parte de su vida peregrinando. En 1371, de regreso a Roma, contrajo la peste. Se ocultó entonces en un bosque y allí un ángel lo cuidaba y un perro le llevaba a diario un pan. Superada la enfermedad regresó a su ciudad natal. Acusado de espía, fue encarcelado y murió en prisión. Su culto se extendió por la cristiandad en el siglo XV.

Entre los artistas que recibieron encargos para decorar la ermita destaca el pintor totanero, Silvestre Martínez Teruel (siglo XVIII), al que se le atribuye la realización de las pinturas de los cuatros medallones de las pechinas de la cúpula, que representan a San Andrés, San Bartolomé, San Francisco y Santa Catalina.