Totana, cabeza de partido judicial

  El siglo XIX no empezó muy bien para Totana. En 1802 la rotura del pantano lorquino de Puentes supuso la inundación de los campos y la destrucción de las presas y canalizaciones del regadío. Poco después estalló la Guerra de la Independencia (1808-1814). Aunque Totana no fue invadida por los franceses, los ancianos, las mujeres, los niños y la Corporación Municipal se refugiaron en el Castillo de Aledo. Entretanto, los varones jóvenes luchaban en el frente contra el invasor. En 1810 se propagó una terrible epidemia de fiebre amarilla, que provocó la reducción a la mitad de la población de Totana (de 10.000 a poco más de 5.000 habitantes) y un estancamiento demográfico, que llegó hasta 1830. A fines de dicho año se iniciaron las obras de las presas del Paretón y La Carabela, punto de partida para el resurgir de la agricultura.

  El 13 de mayo de 1834 Totana se convirtió en cabecera del partido judicial, que incluía a Aledo, Alhama de Murcia, Librilla y Mazarrón. A mediados del siglo XIX, Totana comenzó a remontar la crisis. Se dio una notable expansión agrícola en el piedemonte circundante (diputaciones de Mortí y La Huerta), con el cultivo del naranjo. Se construyeron nuevas casas de factura y materiales sencillos, algunas de las cuales aún subsisten en el casco antiguo. Crecieron también nuevos barrios, como el de Los Pasos, en torno a la ermita del Calvario, lo cual hizo necesaria la apertura de accesos y calles.

  El último tercio del XIX no fue demasiado próspero para Totana. Había una fuerte emigración hacia otros lugares de la Región o fuera de ella, en busca de una vida mejor. En 1885, la inauguración del ferrocarril Alcantarilla-Lorca abrió Totana y el Valle del Guadalentín al comercio nacional. El Ayuntamiento de Totana promovió algunos edificios emblemáticos para la localidad. Se trata del Cementerio (1885) y de la Cárcel del partido judicial (1894), actual Centro Sociocultural 'La Cárcel'. Ambos fueron trazados por el maestro mayor de la diócesis Justo Millán. En Sierra Espuña, el ingeniero de montes Ricardo Codorniú llevó a cabo la reforestación de miles de hectáreas. El resultado fue un modelo de restauración hidrológica-forestal, predominando el actual paisaje de pino carrasco.

  Totana adquiere el rango de ciudad

  A principios del siglo XX destacó la figura del general Aznar, totanero de adopción y vocación, muy vinculado a la localidad. Dicho político liberal tuvo mucho que ver con que, en 1918, una Real Orden de Alfonso XIII declarase ciudad a Totana. Hacia 1930 se produjo en Totana un gran descenso demográfico, derivado del problema de la falta de agua. Con la conversión de secanos en regadío y los nuevos cultivos llegó de nuevo el desarrollo para Totana. Sin embargo, la Guerra Civil (1936-1939) truncó la estabilidad que venía reinando desde hacía más de un siglo, así como el renovado crecimiento.

  Tras las penurias de la posguerra, Totana, al igual que toda España, comenzó una fase de gran desarrollo en la década de los 60' del siglo XX. La ciudad se expandió al Sur, hacia la actual avenida Juan Carlos I. Surgieron así nuevas entidades de población en la Era Alta y Las Cabezuelas, fuera del recinto histórico de Totana. Ello fue debido a la migración interna de campesinos, procedentes de pedanías totaneras como El Raiguero y diputaciones lorquinas. Cada década surgía un nuevo barrio. A partir de los 80' se traspasaron los límites de la Carretera Nacional 340 y la Avenida Juan Carlos I. Las barriadas surgidas a raíz de esa expansión fueron Las Peras, Tirol-Camilleri, El Parral, La Cerámica y La Ramblica.

  El nuevo milenio

  En la actualidad Totana cuenta con más de 25.000 habitantes. Una tierra secularmente emigrante ha pasado a recibir inmigrantes de otros países desde la década de 1990. La mayor parte de la población se halla en el núcleo urbano, mientras el resto se encuadra en las diputaciones y pedanías: El Paretón, Raiguero, Lébor, La Huerta, Las Viñas, Mortí, La Ñorica y Sierra Espuña. Los totaneros no han olvidado su hacendoso pasado artesano. La localidad es tierra de alfares por excelencia. Aquí la cerámica se obtiene en talleres familiares de sabor moruno. También existen oficios relacionados con la obtención del cuero, la forja y el bordado.

  La economía tiene como pilares de referencia, además de la artesanía, la agricultura (con un pimentón que ha merecido una Denominación de Origen propia, y cuyo Consejo Regulador se encuentra en la ciudad de Totana) y el turismo. En el despertar de este último sector ha influido el rico legado cultural de la localidad y el Parque Regional de Sierra Espuña, que Totana comparte con otros municipios cercanos.