Además de la escultura, Antonio Garrigós supo desarrollar durante sus vidas otros intereses culturales, desarrollados estos con las tradiciones más profundas del folclore murciano.

    Como ya hemos señalado, el escultor murciano hizo esfuerzos para que no cayeran en el olvido las cuadrillas de auroros, llegando a ser considerado como el director espiritual de los Auroros de Monteagudo.

    Tal fue el interés de Garrigós que en abril de 1943, aprovechando su amistad con Ibáñez Martín, a la sazón Ministro de Educación Nacional, consiguió que los Auroros fueran considerados Bien de Interés Histórico Artístico.

    No es de extrañar que un canto auroro rece:

"... Saludar de corazón
Y en la tierra yo venero
Don Antonio Garrigós
Que me escucha allá en el cielo
..."

    Más tarde, en 1958, el escultor, tras una visita a Albacete, se interesó por respaldar la recuperación de otra tradición murciana: la Fiesta de los Mayos.

    No es de extrañar que Eduardo Mallea dijera de él, glosando su curiosidad y amor por las tradiciones locales: "Con los oídos vueltos al cántico interior de la tierra, el canto interior de los hombres".