En 1933 Garrigós expondría en Cartagena, ciudad para la que prepararía un Vía Crucis nunca realizado a causa del conflicto civil.

    Acabada la guerra, el escultor seguiría elaborando obras, tan intensas como su San Antonio y Niño de 1940 o una Virgen del Rosario. Para Cieza tallaría un Cristo crucificado, y hasta la década de los cincuenta varias figuras para belén que aportarían una nueva visión de esta tradición tan anclada en Murcia.

Estilos

    Hasta el final de su vida artística Garrigós combinaría en su arte varias tendencias. El Vía Crucis adquirido por el MUBAM muestra claras reminiscencias románicas, mientras que otros relieves, como los dedicados a temas mitológicos, tienen un estilo algo italianizante.

    De líneas más suaves y clásicas son su San Antonio de Padua y su Virgen del Rosario mientras que el Cristo de la Humillación constituye un hito en el tratamiento de las figuras pasionarias, alejado de las líneas barrocas tan acostumbradas en la imaginería murciana.

Temáticas

    Antonio Garrigós era un defensor de la temática costumbrista murciana, de aquí que junto a la escultura y su diseño de jardines públicos se decidiera a recuperar a las cuadrillas de Auroros, convirtiéndose en el "director espiritual" de los Auroros de Monteagudo.