Talla en madera policromada.

El santo ermitaño, con hábito de grandes cruces en forma de 'T', ataca decididamente al dragón que se revuelve a sus pies, hiriéndole con el báculo, de manera contigüa al postrado dragón aparece un animalito, que rememora la protección que el Santo ofrece a éstos según la hagiografía.

La cabeza, de verdadera antología escultórica, vigorosamente abocetada, muestra la profunda turbación que siente. La barba, abundante, los cabellos agitados y las mismas arrugas acusan un extremado realismo, acorde con la figura de la que emana una nobleza venerable.

Las ropas son de sencilla factura y pintura pobre. Lo mejor es la cabeza del Santo, cuyos cabellos y barba están tratados valientemente y sin repasos que limen la impresión que quiso dar el autor de temblor ante la presencia del enemigo. La expresión ostentosa de las facciones revela una airado movimiento interior de agitación.

Sirve de inspiración para la realización de dicha escultura un grabado de J. Palomino.

Observaciones:

Es una de las realizaciones más sobresalientes de Salzillo, repercutiendo este modelo iconográfico en la obra de su discípulo Roque López.

Recuerda débilmente a la cabeza de San Elías de Pedro de Mena en los relieves del coro catedralicio de Málaga.

Nombre: San Antonio Abad.

Objeto: Escultura.

Autor: Francisco Salzillo.

Fecha: Siglo XVIII. 1746.

Ubicación: Ermita de San Antonio, Murcia.