La flota

     Cartago fue un pueblo con gran tradición naval. Supo construir grandes flotas de guerra y buenos barcos de transporte. Los cartagineses heredaron de los fenicios el arte y la técnica de la navegación, así como una clara vocación marinera. Entre sus modelos de barcos de guerra más eficaces destacaron la pentera y el quinquerreme. Ambos muy similares.

     La tripulación de estos barcos era normalmente de 420 hombres, 270 de los cuales se ocupaban de los remos. Una vela cuadra fijada en un palo maestro mejoraba la propulsión cuando los vientos soplaban de los cuadrantes de popa. Otras referencias estimaban las tripulaciones en unos 300 hombres.

     La eslora de estas naves oscilaba entre los 35 y 40 metros, con una anchura de 6. La parte sumergida (obra viva) no llegaba a los 2 metros. En el diseño del barco se tenía que equilibrar el peso que suponía a proa el espolón de bronce. La velocidad de crucero que se alcanzaba en condiciones normales era de 2-3 nudos, pero con vientos favorables y en trayectos cortos se podían conseguir hasta 5 nudos.

El elefante cartaginés

     Hoy extinto, se extendía desde el Magreb a la desembocadura del Nilo, y tenía un tamaño menor que el elefante de sabana, probablemente similar al del elefante de bosque. También es posible que fuera más dócil, quizás por eso pudo ser domesticado por los cartagineses con algún método desconocido. Los elefantes con los que Aníbal cruzó los Pirineos y los Alpes para invadir Italia durante la Segunda Guerra Púnica eran precisamente estos animales.

     No se tiene constancia de que fueran utilizados por otra potencia que no fuera Cartago, pues los elefantes de guerra de Grecia, Macedonia o Persia eran todos asiáticos. Tras la conquista de Sicilia, los romanos parecieron tener interés en capturar algunos ejemplares, que habían quedado abandonados en el centro de la isla, pero fracasaron en el intento. Debió extinguirse unas décadas después de la conquista romana del norte de África.

     Cabe reseñar que el elefante que todos tenemos en mente, el típico elefante africano, enorme y de grandes colmillos tenía poco o nada que ver con el tipo de elefante, que pudo encontrarse en diferentes momentos en Carthago Nova y, posteriormente, utilizado por Anibal. El elefante de guerra cartaginés era un animal pequeño, ligero y de colmillos cortos, propio y endémico del norte de África, que muchos creen ya extinto, precisamente por ser usado como montura para la guerra. En lo que respecta a su alzada, el elefante en cuestión superaba muy poco la altura de un caballo común y corriente.