Muralla Bizantina de Cartagena
Muralla Bizantina de Cartagena

Recientes descubrimientos

    Durante mucho tiempo se tendió a minusvalorar el periodo tardoantiguo de la ciudad, pero desde principios de los años noventa las excavaciones arqueológicas nos están dando una imagen cada vez más clara de la importancia de Cartagena en esa época. La inscripción de Comitiolo nos induce a considerar la construcción de una gran muralla y al menos una puerta monumental, pero no se ha localizado todavía ningún resto material de ella.

    Las obras de fortificación bizantinas en el Norte de África se basaron casi siempre en la reducción del espacio urbano para hacer más fácil la defensa, y parece probable que lo mismo ocurriera en Cartagena. La ciudad se extendería entre la colina de la Concepción y el Molinete, con la línea de costa a la altura de la calle Mayor y la línea de muralla siguiendo la dirección de la muralla del siglo XVI, a lo largo de las calles Adarve, San Antonio el Pobre y Faquineto. En lo alto del castillo de la Concepción se levantaba un castellum, una fortaleza para la guarnición que dominaba la ciudad, el núcleo básico de lo que en la Edad Media sería la Alcazaba islámica y el castillo de la Concepción cristiano.

El ''barrio bizantino''

    Los restos más importantes de la ciudad bizantina hallados hasta hoy son los del llamado ''barrio bizantino''. Encontrados en la excavación arqueológica del teatro romano, forman un abigarrado conjunto de viviendas utilizadas también como área de almacenamiento, que fueron construidas con muros de mediocre factura reaprovechando materiales de construcciones anteriores, adaptando los muros a la curvatura de la cávea del teatro, y aprovechando los graderíos del mismo como pavimento de alguna de las habitaciones.

    El ''barrio'' ha sido interpretado como un hábitat de trabajadores, relacionados con el área portuaria, lo que explicaría la abundancia de restos de ánforas de transporte encontrados allí. Las viviendas, de reducido tamaño, constan de dos o tres pequeños espacios en torno a un minúsculo patio de forma irregular, comunicado con callejones estrechos y tortuosos.

    La fecha de construcción de estas viviendas no está demasiado clara. Los excavadores la sitúan, interpretando la cronología de la mayoría de los restos de cerámica asociados, en el tercer cuarto del siglo VI, entre 555 y 570. Pero la presencia en los niveles de fundación de algunos fragmentos de cerámica de fecha posiblemente algo más tardía, las formas Hayes 105 y 107 de TSA D, pueden hacernos pensar en una fecha posterior, en el último cuarto del siglo VII, y relacionar la construcción de las viviendas con la llegada de Comitiolo y la conversión de Cartagena en capital provincial, cerca de 585.

Otros restos

    Restos de menor entidad se han hallado en otros lugares de la ciudad, aunque son sólo algunos fragmentos cerámicos y muros difíciles de fechar e evaluar. Así, hay algún resto de construcciones de este periodo en la Plaza de los Tres Reyes, en la calle Caballero, en la calle del Aire y en la calle de los Cuatro Santos, siempre como remodelaciones muy toscas de construcciones abandonadas de cronología imperial.

    Llama la atención una poderosa plataforma o muro de sillares reutilizados en la esquina de las calles Mayor y Comedias, fechada en los siglos V-VII y relacionada con el puerto, que nos marca un límite occidental de la ciudad.

    Elemento aparte son los vertederos, siempre difíciles de interpretar. Considerados hasta hace poco como pruebas de abandono urbano, hoy se piensa en ellos como testigos de actividad en espacios que, en muchas zonas, se habían convertido en solares donde los habitantes de viviendas cercanas depositaban sus restos o excavaban pequeñas fosas para ocultar sus residuos domésticos.

Necrópolis

    Recientemente ha tenido lugar otro importante descubrimiento sobre el periodo bizantino, el de una gran necrópolis de inhumación que se extiende entre la antigua calle del Alto y el fin de la calle del Duque, en el actual barrio universitario. Se han estudiado un gran número de tumbas, fosas perfiladas toscamente con piedras y cubiertas con grandes losas reaprovechadas de las ruinas de los edificios imperiales, señal inequívoca de la pobreza de los individuos enterrados.

    Con los cadáveres ha aparecido un variado ajuar, desde adornos personales a pequeñas ampollas de vidrio o jarritas utilizadas para contener bálsamos o, quizás, agua bendita u óleos sagrados, una señal de la condición de bautizado del difunto.

    No se ha encontrado ninguna inscripción in situ, aunque sí otras en lugares aislados de la ciudad. Tenemos así dos inscripciones griegas, las de Ciriaco y Kitoura, y una latina, la de Euceti, con la particularidad esta última de que fue hallada sin terminar entre las ruinas del incendio que destruyó el ''barrio bizantino'', muy probablemente en el momento en el que era grabada.

Lazos comerciales

    El ''barrio bizantino'' nos da una imagen muy precisa del alcance de los lazos comerciales con otras zonas del Mediterráneo, a través de ánforas y restos cerámicos. Es evidente la existencia de estrechos lazos con el norte de África, ejemplarizados por los restos de vajilla fina, de procedencia africana, la denominada Terra Sigilata Africana D. De África se traían también, además de otras mercancías, vino y aceite, que luego eran redistribuidas por el área de influencia de la ciudad. También existían estrechos lazos con Ibiza, donde han sido encontrados restos de cerámica común procedentes de talleres cartageneros. Hay indicios de contactos a mayor distancia. Se han identificado vasijas de procedencia oriental, del área de Palestina, utilizadas para el transporte de vino, quizás el de Gaza, célebre en esa época.

    Un comercio tan activo implica una importante circulación monetaria. No se ha encontrado ningún conjunto significativo de monedas de valor, pero sí de pequeñas monedas de cobre, utilizadas para las transacciones menudas cotidianas. Ese tipo de numerario está representado por abundantes monedas de cuatro nummi, caracterizadas por una letra delta en el anverso, el valor, y una cruz rodeada por una gráfila y sin leyenda en el reverso. Estas monedas son emisiones locales de una ceca creada, muy posiblemente, en la época de la llegada de Comitiolo como forma de abastecer los mercados locales.

    Aunque se llegó a hablar en el pasado de la existencia de acuñación de monedas de oro en la ceca cartagenera, no existe ningún indicio de que eso sea cierto. Hay que pensar, por tanto, en un pequeño taller ligado a la presencia de la guarnición militar.

Movimientos de población

    La llegada de las tropas provocó, sin duda, una cierta presión inmigratoria de población de origen griego y oriental. Las inscripciones conservadas de este periodo demuestran la presencia de una importante colonia de lengua griega, tanto soldados como comerciantes y marinos. Desgraciadamente la absoluta falta de fuentes escritas impide cualquier tipo de cuantificación del fenómeno