Calasparra

La Torre del Reloj se edificó sobre planta cuadrada, pudiéndose dividir jerárquicamente en tres cuerpos de igual planta (aunque en un principio el último piso habría tenido una planta octogonal), el primero, que hoy día cubre la altura de los edificios particulares anexos, el segundo, de igual longitud que el primero y que contiene el reloj, y el último cuerpo, con tejado apuntado a cuatro aguas y zona abierta con tres vanos por cara, para las campanas. Una cruz con veleta corona el tejadillo.

Como elementos ornamentales de esta torre se utiliza el propio ladrillo, creando arcos apuntados sobre la esfera del reloj o jugando con escaques en las cornisas. Hay tres esferas de reloj, una por cada fachada visible de la torre.

Nos encontramos ante una construcción de ladrillo y mampostería que nos recuerda, inevitablemente, las construcciones mudéjares del siglo XV y XVI que se desarrollaron en la península, de ahí que el estilo de este edificio se conozca como neomudéjar, y sea considerado como otro apunte más a la ya variada estética ecléctica que se desarrolló a comienzos del siglo XX.

Una puerta de madera y de pequeñas dimensiones es la entrada a la singular torre ubicada en una de las calles más emblemáticas de Calasparra, donde compite con otra obra arquitectónica destacable por su portada principal, La Casa Granero del Conde Valle de San Juan. Pero es la Torre la que se hace visible desde las dos entradas a la calle por su emplazamiento en medio de ella y su altura que sobrepasa a las demás construcciones.