Alhama de Murcia

En cuanto  a las fuentes se cuenta casi exclusivamente con el Libro de Fábrica del Archivo Parroquial de Alhama, donde se encuentra  una  información muy completa sobre el proceso de construcción y los artistas que intervinieron.

Siglo XIV

Un documento de 1390 proporciona la primera información sobre un templo bajo la protección de San Lázaro, cuya fundación debe relacionarse con la Reconquista.

El 28 de agosto de ese año, Pedro García de Peñaranda se dirige en una carta al concejo de Murcia, misiva de la que se desprende que en el siglo XIV el templo era centro de peregrinación por el carácter milagroso o curativo de su titular. Esa naturaleza medicinal la corrobora otro hecho mencionado en las actas concejiles murcianas, en un codicilo de 30 de octubre de 1479.

Siglos XV y XVI

A finales del siglo XV, el aspecto de la iglesia de San Lázaro sería el de una construcción sencilla, de nave única y dimensiones modestas, posiblemente ubicada sobre los restos de una antigua mezquita.

Sin embargo, ésta no debió ser la apariencia que mantuvo a lo largo del siglo XVI, ya que en 1525 el marqués de los Vélez interviene económicamente en la construcción, al conceder licencia para la venta de las hierbas de Torreblanca (Totana) a favor de la fábrica de la iglesia. A su vez, van apareciendo artistas que satisfacen la demanda del momento.

Siglo XVII

El último tercio del siglo XVII fue de una intensa actividad arquitectónica. Las cuentas de la fábrica de San Lázaro recogen un ritmo casi continuo de controles del gasto y reparaciones. A partir de 1683 y hasta 1700, los trabajos de construcción realizados se limitaron a sobreañadir nuevos elementos y a labores secundarias propias de toda manutención. Los libros parroquiales evidencian la degradación del templo y los continuos gastos que originaban las reparaciones.

Siglo XVIII

No obstante, el incremento demográfico y los buenos tiempos que corren para la economía explican las particulares condiciones de recuperación que experimenta Alhama nada más comenzar el siglo XVIII y los sensibles cambios de orientación en el proceso constructivo del templo, especialmente en lo que atañe a su alzado y a su cierta riqueza ornamental.

En 1701 se acomete la construcción del crucero y la capilla mayor nueva. El responsable de esta primera fase de transformación edilicia será el maestro alarife Pascual Ventura, encargado de los trabajos de acondicionamiento e inicio de la nueva obra, para lo que fue necesario comprar una casa y un solar que estaba a la cabecera de la iglesia. A partir de este momento los trabajos no se detuvieron y en ese mismo año se abrieron los cimientos y se labraron los pedestales de los pilares del crucero.

Esta primera fase de reformas debió ser materializada hacia 1722, pues ese año el pintor totanero Silvestre Martínez Teruel recibe 240 reales ¿por el costo delas quatro colunas que mantienen la media naranja dela Capilla mayor¿.

Sobrepuesta a los grandes desembolsos de dinero de los primeros veinticinco años del siglo, la iglesia de San Lázaro inicia a partir del segundo tercio la última etapa de su reconstrucción. El ritmo de los trabajos entró en un proceso de aceleración que empezó con la construcción de una nueva sacristía entre 1728 y 1730; cinco años después, el maestro alarife Francisco García levanta una pared nueva en el altar mayor, en sustitución de otra que amenazaba ruina, para albergar el retablo; y, en 1741, el tallista Francisco Naviera Capilla ejecuta ¿la obra de talla que en el tiempo de estas cuentas a echo en las cornisas de dicha iglesia¿, de donde se deduce que la nave estaba recién levantada. Y ese mismo año, Juan de Uzeta realiza una pieza modesta para el altar de Ntra. Señora de los Dolores, y se finaliza la torre, con la construcción del chapitel y colocación de la bola y la cruz.

Tránsito del siglo XVIII al XIX

Los últimos cambios que experimentó la iglesia de San Lázaro se dieron en el tránsito del siglo XVIII al XIX. Nos referimos a la sacristía nueva, camarín y capilla de la Comunión, popularmente conocida como capilla del Rosario. En este momento adquiere un papel destacado la figura de Lorenzo Alonso, arquitecto neoclásico.

Personas relacionadas con el templo

Entre los artífices principales a los que se debe el proyecto y la construcción de la iglesia de San Lázaro de Alhama tal y como la conocemos hoy en día, destaca el arquitecto neoclásico, Lorenzo Alonso (1750-1810), que dio las trazas para la Capilla del Rosario. La sacristía y el camarín también fueron proyectados por Lorenzo Alonso. Este artista ejerce una influencia decisiva en el modo de entender la arquitectura con un criterio moderno, en consonancia con los gustos y modelos del Neoclasicismo, orientados por la Real Academia de San Fernando.

También sobresale el cantero Pedro Bravo Morata, quien realizó la portada principal en 1947. Este artista también intervino en obras importantes como el claustro de la Merced de Lorca (1729) y fue colaborador de Uzeta en las salas capitulares de la Colegiata de San Patricio (1742).