Lo Pagán: polo de atracción de familias nobles en el siglo XIX

    Los nombres primitivos de Lo Pagán son: La Puntica, saliente que cierra por Poniente la ensenada del Golfico, y La Junquera, zona de almarjal o estero, pantanosa y húmeda en invierno y seca en verano, apta para el pastoreo y donde solo se producían espontáneamente carrizos y juncos.

    En el siglo XIX La Puntica y La Junquera estaban circundadas por propiedades pertenecientes a las familias adineradas de Murcia. Por ejemplo, la hacienda Vistabella, fue, probablemente, propiedad del conde de Floridablanca y, más tarde, de Pedro Pagán Ayuso.

    En esta centuria, Vistabella y La Puntica eran, al igual que San Pedro del Pinatar, lugar de veraneo para las familias murcianas y un foro cultural veraniego. Aquella finca era de Pedro Pagán y Ayuso, alcalde de Murcia en 1874, casado con doña Leonor Guerra, musa de la intelectualidad murciana, famosa por las tertulias literarias en su casa de la capital y en su quinta veraniega de La Puntica. Hasta Lo Pagán se acercaban aquellos que querían escuchar sonetos, rasgueos de guitarras, arias al piano y alguna habanera en la casa de doña Leonor, llegando a pasar por allí figuras como Cánovas del Castillo, el barón de Benifayó y Emilio Castelar.

    Más adelante, la finca pasaría a manos de su hijo, Pedro Pagán Guerra, a quien los pinatarenses llamaban Periquito Pagán, que construyó el molino en Los Revoltones, al que llamaron Molino de Chirrete, aludiendo a la comida que se tomó el día de la inauguración.

El balneario de Floridablanca

    A finales del siglo XIX ya existía el balneario de La Generala, llamado Vistabella por la conocida hacienda próxima. El 10 de abril de 1911, por una Real Orden, se otorgó concesión a Ambrosio Orsi para construir un astillero y un balneario en la zona marítimo-terrestre del Mar Menor y a éste se le dio el nombre de Floridablanca.

    Los balnearios fueron lugar de reunión de la colonia veraniega y constaban de salón cubierto y abierto al mar, con bar, al que se llamaba ambigú, y cabinas separadas para hombres y mujeres, con escalerillas para bajar directamente al mar, veladas discretamente con esteras de esparto. Los dos balnearios de Lo Pagán tuvieron cabinas con tinas para baños calientes, recomendados para combatir afecciones reumáticas y respiratorias, tratamientos que alcanzaron merecida fama.

La vida en Lo Pagán a principios del siglo XX

    Las familias de pescadores en Lo Pagán se disponían hacia el interior, en dirección a San Pedro del Pinatar, formando los caseríos de Los Cuarteros, la Loma de Abajo, Los Revoltones, Los Sáez, Las Beatas, Los Tárragas, Los Antolinos, Los Imbernones, Los Crispines, Las Pardas o Casas de los Cacos. El núcleo de pescadores más cercano al Mar Menor se localiza desde antiguo en El Terrero, una pequeña eminencia del terreno donde pudieron estar las piletas de salazón que producían el gárum, del que historiadores y arqueólogos aseguran que se exportaba a Roma y era manjar muy apreciado por los romanos.

    Después de la campaña de Marruecos de 1909, El Terrero empieza a ser nombrado 'el Gurugú', nombre de un macizo montañoso cercano a Melilla, que había adquirido notoriedad por las luchas que allí tuvieron escenario. Fotos aéreas de 1921 muestran que, salvo las viviendas veraniegas de los señoritos en primera línea de playa, junto a la carretera de San Pedro del Pinatar a La Ribera, el resto era un despoblado, con excepción de la ermita de La Generala y las pocas y modestas casas del Gurugú.

    La Puntica tenía por los años 30' y 40' tres pescaderías o lonjas para la subasta del pescado: la de José María Henarejos, al lado de los almacenes de las Salinas del Pudrimer; la de Inocencio Albaladejo, al pie de El Terrero (El Gurugú); y la de Gonzalo Delgado, junto al obrador de calafates de los Orsi, en La Junquera.

    Muchas viviendas de Lo Pagán tenían doble ocupación. En invierno las habitaban sus propietarios, y en el verano, quienes necesitaban ingresos complementarios, las alquilaban a veraneantes, a los que se les llamaba los señoritos, trasladándose ellos a unas habitaciones en los patios. Esta costumbre se mantiene, pero cada vez son menos las casas de alquiler veraniego, por el deterioro que sufren los equipamientos actuales.

Obras y desarrollo en Lo Pagán

    En 1945 se creó la Escuela de Orientación Marítima y Pesquera, primer centro de enseñanza que hubo en Lo Pagán. En 1954 se derriba la primitiva ermita, mandada construir por doña Carmen Arce de Cassola y se construye otra de estilo popular mediterráneo, con proyecto del arquitecto Damián García Palacios. En el verano de 1959, Carmen Conde escribe en el balneario de Floridablanca los Poemas del Mar Menor, que es una glosa a sus paisajes, sus aguas, sus molinos y sus gentes.

    En 1967 se inaugura el Laboratorio del Mar Menor del Instituto Español de Oceanografía. En 1968 se creó la Parroquia de Lo Pagán, bajo la advocación de Nuestra Señora del Carmen, titular de aquel templo. El 9 de junio del 2001 se inaugura en Lo Pagán la nueva Residencia Virgen del Mar de la Congregación de Hermanas Franciscanas de la Purísima Concepción. El 15 de julio del 2001 tuvo lugar la bendición y consagración de la nueva iglesia de Nuestra Señora del Carmen, construida en el solar que ocupaba la edificada en 1954.

    Para resumir, y como pertenecientes a la historia más próxima, se citan otras obras y realizaciones llevadas a cabo en los últimos treinta años: Campo de fútbol del Pinatar F.C. 'José Antonio Pérez', Colegio Público Nuestra Señora del Carmen, Casa del Mar, Consultorio o Centro de Salud, Explanada y Parque de los Reyes de España, Hogar del Pensionista, Muelle Pesquero, Lonja y pescadería, Puerto Deportivo y Club Náutico, regeneración de playas y construcción del Paseo Marítimo, y las oficinas de Turismo.