La Palma medieval
Nuevas invasiones azotarán la zona, dejando tras de sí un pueblo que encontraron despoblado y roto y que no trataron de cambiarlo: vándalos, visigodos, judíos, bizantinos y más tarde musulmanes se encontraron en la zona del campo cartagenero con un paisaje abandonado y desolado. No obstante el asentamiento árabe en estos parajes incentivará la aparición de cierto núcleo de población estable que, en detrimento de la ciudad, se asienta en el campo aprovechando los frutos de su tierra.
Las fuentes de agua naturales que riegan los alrededores proporcionan a los habitantes hortalizas y frutales que les permiten su subsistencia. Los musulmanes van adquiriendo a su paso extensas propiedades agrarias que harán explotar y a las que supieron sacarles provecho.
Con la reconquista cristiana la población se vio profundamente mermada por la emigración y desaparición de muchos de los que habitaban estos parajes. La repoblación sería protagonizada principalmente por valencianos y catalanes, quedando huellas de su paso por esta tierra en palabras y apellidos de procedencia de aquellas regiones. Más tarde la llegada de los aragoneses hará desaparecer los rastros idiomáticos catalanes, pero muchos de sus vocablos fueron adheridos a la población permaneciendo con el paso del tiempo.
La Palma y la institución de la Mesta
El nacimiento del pueblo de La Palma ha estado ligado al establecimiento de ganados procedentes de la Mesta en esta tierra, lugar hacia donde los ganaderos concurrirían cada temporada a consecuencia del reparto de ejidos, atraídos por la abundante agua emanante de su pozo. Posiblemente en el siglo XV la actividad ganadera fomentada por la Mesta ya empezaba a cobrar protagonismo en la zona, aunque no se tiene constancia escrita que el ganado abrevara en estos parajes hasta el año 1505, fecha en la que se sitúa el origen de esta pedanía.
Las tierras de La Palma en esas épocas no estaban incluidas en las distintas dehesas existentes, principalmente porque debido a su proximidad con la ciudad de Cartagena las tierras de pastos eran usadas por sus habitantes.
También comienzan a abrirse paso por esas fechas la potenciación de los cultivos de secano que durante siglos albergarán la economía palmesana, hecho que, junto a las otras actividades que los vecinos del lugar realizaban en sus pastizales, recoger leña, pastorear, colocar colmenas... supondrá uno de los principales motores del pueblo palmesano. En este sentido, parece haber sido importante el ganado lanar, como prueban los datos que aseguran un comercio lanar fluido.
En ese tiempo, sólo algunas familias poderosas se repartían las cotas de poder, las tierras y el agua. Por esta razón cuando las sequías insistentes amenazaban la subsistencia de las gentes se producían algunos levantamientos campesinos contra las autoridades locales.
La trayectoria de la población palmesana
El hecho de que en 1699 se creara la parroquia de La Palma, acontecimiento que favoreció la aparición de Cofradías y Hermandades, supone un dato significativo en la evolución demográfica de este lugar.
Este templo se erigió sobre una antigua ermita y lo hizo bajo la advocación de Santa Florentina, convertida en patrona del pueblo. Una de las características más llamativas de la iglesia es su gran cripta en la que eran enterradas las clases más desfavorecidas, ya que para los demás vecinos se reservaban las distintas capillas e incluso el altar mayor, en el que yacían los más insignes aristócratas. Esta situación se mantuvo hasta el siglo XIX en el que fue construido el cementerio.
La parroquia de La Palma también se ha destacado desde siempre por su riqueza en imágenes, muchas de ellas procedentes del extinguido convento de San Agustín de Cartagena. El desastre de la Guerra Civil acabó con la mayoría de este legado artístico, aunque recientemente, tanto el templo como sus pinturas han sido en parte recuperadas.
En el año 1700 La Palma ya se levanta como uno de los núcleos rurales más relevantes del término cartagenero, contando con los vecinos del lugar y con una turbamulta variada formada por viajeros, vagabundos, marineros, comerciantes y segadores que iban llegando hasta estas tierras. También se cuenta entre su población a los franceses, portugueses, murcianos, andaluces o valencianos aquí radicados.
A lo largo de todo el siglo XVIII La Palma se mantendrá como uno de los núcleos de población más consistentes del ámbito cartagenero. Ejemplo de ello son las noticias que llegan del reparto de sal del año 1715 cuando los caseríos y aldeas de la zona del Campo de Cartagena aparecen por primera vez agrupados en diputaciones. En este momento La Palma es integrada como parte de esas entidades administrativas, siendo ya una de las de más peso demográfico. Años más tarde el Catastro de la Ensenada hace una relación de los bienes pertenecientes a distintas entidades palmesanas que ratifican el poderío económico de la escala más elevada de la sociedad.