Sus orígenes históricos

  Existe documentación que permite afirmar que en 1561 ya se había empezado a cultivar en estos parajes. Una década más tarde, Ginés Pérez arrendó a Andrés Fuentes "un pedazo de tierra, de sembradura, de fanega y media en do dicen El Paretón, y otro pedazo de tierra que era de un cahíz, de sembradura".

  El 14 de febrero de 1577 el escudero Andrés de Cánovas vendió a Carlos de Learte una casa en el pago de El Paretón, que es de "tres cuerpos y medio corral descubierto, con medio pozo y con su era y más un ensanche alrededor de dicha casa, que todo parte con tierra de Miguel Polo y yo el dicho vendedor, que todo está amojonado".

  Todo esto evidencia la existencia consolidada de propiedad y la posibilidad de un asentamiento humano, conectado con la estabilidad de los aprovechamientos agrícolas y su importancia. Los cultivos eran los típicos del área mediterránea: cereales, olivo, almendros, algarrobos, etc. Sobre todo los cereales, puesto que tradicionalmente esta Diputación fue considerada como el granero del municipio de Totana.

  La doble batalla por el agua: regadío y abastecimiento

  Los esfuerzos por conseguir el agua necesaria para el regadío se iniciaron en 1583 y no se resolvieron hasta 1712-1713. En tal fecha se logró construir la presa de El Paretón en el río Guadalentín. El primer proyecto arquitectónico lo hizo Toribio Martínez de la Vega. El problema de conseguir agua para el abastecimiento humano y ganadero se solucionó con una serie de construcciones, de origen e influencia árabe, para recoger y almacenar agua de lluvia. Hoy en día ya quedan pocas, pero antaño todos los caseríos contaban con aljibes, depósitos de agua para el consumo humano y lavajos. Estos últimos se destinaban a recoger agua para beber los animales y la limpieza de los hogares.