Al norte de Macisvenda se sitúa la Sierra de Barinas, un relieve con un pico de 854 metros, mientras que al sur de la pedanía se extiende la Sierra de Abanilla. La villa se ubica entre dos cadenas montañosas, en una cuenca que tiene en el río Chícamo su aporte hídrico.

El Chícamo, que se alimenta precisamente de alguno de los aportes de los ramblizos de la Sierra de Barinas,  nace entre Macisvenda y el Hondón de los Frailes, en Orihuela. Participa, al sur de su recorrido, cercano ya a la Sierra de Abanilla, de uno de los paisajes más peculiares de la región murciana. En estos parajes se concitan algunos cultivos de huerta, como tomateras, habas y alcachofas.

Pero entre Macisvenda y Ricabacica se puede visitar "El Partidor", nombre que deriva de la caseta que existe todavía hoy, a la sombra de unos eucaliptos y cuya función era la de repartir el agua de riego para las fincas de Mahoya y Sahues. El origen árabe de esta construcción lo evidencia una inscripción en uno de los sillares del acueducto que se erige en este paraje.

Conocida es la similitud de la naturaleza que rodea al Chicamo con Palestina, la abundancia de palmeras, sobre todo en Macisvenda, al igual que la aridez del terreno le han valido este paralelismo a los parajes de Abanilla.

Abunda en estas tierras una flora propia de los terrenos áridos y de rambla, adelfas, tarays, carrizos, cañas y juncos son las especies que se reparten por las zonas de ramblas mientras que el esparto, el abardín, el tomillo y el romero forman parte del monte bajo de sus parajes.

Las especies arbóreas, además de las mencionadas palmeras, son escasas, sobre todo de pino carrasco, conífera que facilita las labores de repoblación forestal por sus cualidades. También se pueden observar enebros y sabinas comunes.

La fauna de los parajes de Abanilla y las inmediaciones de Macisvenda llegó a tener siglos atrás, según consta en estudios paleontológicos, ciervos, jabalís, corzos, lobos y cabras hispánicas. Pero la paulatina deforestación del territorio fue reduciendo el número de especies que habitaban estas zonas del sudeste, si bien la caza menor en Abanilla siempre ha sido abundante, como lo prueba una de sus recetas gastronómicas más conocidas, el arroz y conejo.

La actividad cinegética, además de conejos y liebres, posee perdices rojas, paloma torcaz y tórtolas. A estas aves, y siendo propias de las zonas arcillosas de ramblas, se debe añadir el abejaruco.

Entre los anfibios podemos encontrar, en las zonas de charca y fundamentalmente proximidades del río Chícamo, ranas comunes y el conocido como galápago leproso y las culebras de agua.