La próspera cora de Tudmir
Con la firma del pacto de Teodomiro en el año 713 se crea la cora de Tudmir, que engloba un amplio territorio desde Alicante a Lorca bajo poder árabe. Los nuevos pobladores musulmanes eligieron para emplazar sus ciudades en lugares elevados de difícil acceso y fácil defensa.
Muchos de los núcleos de población del mundo tardorromano pierden por completo su población. Los que perduran se transforman en alquerías árabes, como sucedió con la mítica ciudad romana de Eliocroca, cuya posición en altura y cerro fortificado convertían el emplazamiento en estratégico para dominar todo el Valle del Guadalentín. Las fértiles riberas del río se poblaron rápidamente de moradores al amparo de la protección de la fortaleza creada.
El periodo de paz y prosperidad que se extendió a lo largo del siglo X y principios del XI permitió el florecimiento cultural, urbanístico y político, facilitando el crecimiento de la medina y originándose la mayoría de los barrios actuales. En las huertas se perfeccionaron los canales de irrigación y se produjeron abundantes cosechas. Entre estos campos cultivados se encontraría la actual diputación de Cazalla.
La difícil frontera con Granada
En el año 1243 don Alfonso de Castilla firma el Tratado de Alcaraz, por el que los castellanos reciben las fortalezas del reino de Murcia. La rendición de los musulmanes supone el respeto para sus vidas, bienes, costumbres y religión. Durante algún tiempo Lorca se resistió a la rendición, pero tras un duro asedió capituló en 1244. La medina siguió siendo el núcleo vertebrador de todo el área. No obstante, la que antaño fuera una pacífica zona dedicada a la agricultura vio dificultado su desarrollo debido a las tensiones fronterizas.
El límite de la conquista cristiana permaneció durante algún tiempo en el territorio de Lorca y el Valle del Guadalentín se convirtió en el escenario de continuos enfrentamientos entre reinos rivales. El territorio se resintió de las frecuentes razias y acabó por despoblarse en gran parte, concentrándose la población en torno a la ciudad y su fortaleza. El reino de Lorca se convirtió en concejo de realengo dependiente de la Corona y provista de fueros especiales, que ayudaban a la repoblación cristiana recibiendo, además, numerosos privilegios por su situación fronteriza.