Las minas romanas

  Aunque en los parajes que rodean Leiva y, especialmente, su Coto Fortuna, podrían haber existido habitats argáricos e ibéricos, los restos de estas civilizaciones se ven solapados por la gran cantidad de vestigios de época romana, relacionados muy estrechamente con las intensas explotaciones mineras que la antigua Roma tenía en el municipio de Mazarrón. Los parajes llanos del campo mazarronero, aún hoy día, muestran tanto en antiguas bocaminas y túneles como en las superficies de su suelo abundantes restos cerámicos y materiales de este período histórico.

  Las explotaciones mineras en Mazarrón y otros puntos de la Región de Murcia, la Península Ibérica y Europa, a finales del siglo XIX y principios del siglo XX, favorecieron el hecho de que los profesionales de la minería civil se interesaran por las evidencias arqueológicas de las explotaciones mineras históricas. Así, en 1875, el ingeniero Alfred Leger escribiría el primer estudio sobre la administración pública de las minas en la antigua Roma, al tiempo que los hallazgos arqueológicos fueron recogidos en memorias e informes.

  Tras la expulsión de los cartagineses de Hispania alrededor del año 29 a.C., el poder romano inició una búsqueda intensiva de recursos minerales, que iban desde las extracciones de oro hasta las de minerales como el alumbre, una sal utilizada desde antiguo en industrias de tenería y como elemento farmacológico.

  En un principio fueron los gobernadores provinciales los encargados de la administración de las minas, hasta que en el año 180 a.C. se cede la gestión de las explotaciones a publicanos o sociedades. Durante la época de Augusto (27 a.C.) es el Senado romano el responsable de la administración minera, nombrando en cada una de ellas a un gestor, el procurator metallorum. La dinastía Julio Claudia (68 d.C.) llevaría a cabo, aún con el control estatal, arrendamientos a particulares o la cesión total de las extracciones al ejército.

  Como vemos, el interés de Roma por las explotaciones metalúrgicas procuraba un seguimiento de su administración y gestión. Durante los siglos de dominación romana el Mediterráneo formaba parte de las exportaciones continuas de los recursos minerales y agroalimentarios. Mazarrón, con su salida al mar, constituía un importante punto de explotación y comercialización de sus recursos y manufacturas.

  Las técnicas extractivas de mineral quedan reflejadas en hallazgos arqueológicos de materiales y en el estudio de campo de los túneles y galerías del Coto Fortuna. Las distintas zonas analizadas, más de una decena, han procurado abundantes materiales y estructuras. Desde basas de columnas hasta inscripciones, restos de cerámica, cuñas de hierro (herramientas extractivas típicas de la época), muros de tapial dispuestos en antiguas habitaciones o, según consta de inventarios y análisis del XIX, incluso una argolla con restos de una tibia humana, muestra de la utilización de esclavos en los trabajos de extracción.

  Los hallazgos arqueológicos dan muestra de galerías, pozos, sistemas de soporte para el sustento de los muros, lavaderos, útiles, sandalias y gorros de esparto. Todo un sistema extractivo que incluía artefactos para extraer el mineral y el agua que se iba encontrando al horadar la tierra. Sistemas escalonados de norias, tornillos de Arquímedes o bombas de Ctesibius eran algunos mecanismos utilizados para incrementar la profundidad de las galerías, salvando los afloramientos subterráneos de agua, muy abundantes en estos parajes llanos de Mazarrón.

  Una prueba del sistema de sociedades de los romanos para la administración de las minas es la aparición, en estos yacimientos cercanos a Leiva, de lingotes con inscripciones de clara época republicana, muy similares a los del Museo Arqueológico de Murcia, y que ofrecen el claro ejemplo del interés que Roma tuvo siempre por estas tierras.