Características Musicales

    Los Cantes de las Minas son cantes, podríamos decir, epigramáticos: tal es su brevedad. Sin embargo, bien interpretados, nos embriagan como sólo puede hacerlo un buen perfume. Tal vez por ello cuando se alargan en exceso, con añadidos innecesarios, se desvirtúa su esencia.

    Una nota llamativa de los cantes mineros, del cante flamenco en general, es el continuo ondular de la melodía en un movimiento deslizante que recorre sin saltos abruptos los grados de la escala. La progresión por grados conjuntos es pues una tónica casi constante; los saltos son poco abundantes (alguna 3ª, alguna 4ª, incluso alguna 5ª) pero seguidos siempre del paso diatónico. El predominio de este tipo de movimiento produce una fluidez y una uniformidad que incrementan enormemente la efectividad de intervalos melódicos más amplios, presentes por lo general en el arranque de los tercios, muy llamativos a veces como ocurre en la levantica.

    El ámbito general de estos cantes no suele exceder la 8ª, aunque la mayoría de los tercios se mueven habitualmente entre una 5ª o una 6ª.

    El texto tiene gran importancia, de ahí que suela cantarse en  estilo silábico con algún adorno ocasional, encontrándose los melismas más largos preferentemente en los lugares próximos a la cadencia. Éstas van habitualmente precedidas por giros melódicos típicos que conducen hacia la nota que cierra el tercio.

    Una de las características más notables de los cantes de las minas es su organización melódica que nace de la escala de mi. La sonoridad de esta escala, denominada en ocasiones modo dórico, también modo frigio o simplemente modo de mi, es particularmente apreciable en la salida o temple que  precede a la copla y en el melisma (un grupo de sonidos que se articulan sobre una misma sílaba) que la cierra.

    Cuando decimos que se basan en la escala de mi hemos de pensar en la peculiar organización interválica de esta escala pero con ello no identificamos la altura absoluta de mi, pues cada intérprete elige el tono que más se adecua a su tesitura. De hecho, para acompañar con la guitarra, siempre respetando la particular distribución de los tonos y semitonos del modo de mi, se toma como punto de partida la posición de Fa# y, sin variar dicha posición, se hace uso de la cejuela para encontrar el tono que más conviene al cantaor. Es por ello que todas nuestras trascripciones están escritas en el modo de mi, con indiferencia de cuál sea la altura real elegida por el intérprete en cuestión. De esta manera resulta más sencillo el análisis y cotejo de las piezas.

    Pero además, en los cantes mineros y en otros palos como el fandango de Lucena,  ciertos sonidos de la escala, particularmente el V grado, son móviles, esto es, que en función del contexto se cantan un poquito más arriba o un poquito más abajo. Y es precisamente este hecho el que confiere un sabor inconfundible a los cantes mineros y es a lo que tal vez, aunque hay mucha confusión al respecto, se refieren los aficionados cuando hablan de los famosos medios tonos (llamados “semitonos” en la jerga musical y señalados con “s” en los ejemplos) que tantas dificultades suponen para el  cantaor no familiarizado con ellos. Para distinguir este particular uso del modo de mi podríamos referirnos a él como modo minero de mi o, simplemente, escala minera.

    Como ya dijimos más arriba, los cantes mineros no son cantes a compás, sino de ritmo libre, esto es, no hay acentos rítmicos que se repitan de modo periódico sino que el cantaor goza de entera libertad a este respecto, con la única limitación del buen gusto para no romper el justo equilibrio que el cante exige.