Free cookie consent management tool by TermsFeed Reflexión de Paco Vargas sobre Málaga en Flamenco 2007 - Región de Murcia Digital
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Reflexión de Paco Vargas sobre Málaga en Flamenco 2007

Reflexión de Paco Vargas sobre Málaga en Flamenco 2007

Paco Vargas
Paco Vargas

MÁLAGA EN FLAMENCO: DE LO VIVO A LO PINTADO

Cuando se organiza un festival de las características del evento malagueño se han de tener en cuenta aspectos muy variados que van desde la calidad artística de los espectáculos hasta su incardinación en el entramado social que lo acoge pasando por la rentabilidad cultural o su trascendencia dentro y fuera del entorno local. Sobre ellos queremos construir esta columna. No sin antes dejar claro de una vez por todas que quien suscribe ha sido y es un impulsor y defensor de "Málaga en Flamenco" desde que naciera en 2005 por mor de una afortunada iniciativa del actual presidente de la Diputación Provincial de Málaga. Sin embargo, lo expuesto no es óbice para mirar el festival con ojo crítico que ayude a construir y seguir creciendo. De otra manera estaríamos contribuyendo con nuestro silencio a que las cosas se sigan haciendo equivocadamente. Así actuamos en la primera edición, ayudando a que se corrigieran defectos para mejorar la segunda, y así hemos actuado en ésta. En ambas, sin embargo, sólo nos movía el interés por Málaga y por el arte flamenco.

Por más títulos que se le pongan a los espectáculos, al final lo que cuenta es el resultado. Y éstos, a pesar de lo que diga el director artístico, no han sido sino una sucesión de galas, mejor o peor organizadas, donde las figuras de siempre han hecho lo de siempre, casi todas bien; los que no lo son, han cumplido con dignidad profesional; y los aspirantes, han vendido su producto como han podido y sabido, que tampoco es para tirar cohetes. La única novedad nos la ha ofrecido el ciclo "Siete producciones nuevas", para el que se ha escogido un lugar mal difundido y poco apropiado, por su lejanía; de ahí que ninguno de los espectáculos haya conseguido llenar un recinto -el del Teatro Las Lagunas de Mijas, nuevo y con las condiciones técnicas apropiadas- que tiene un aforo que apenas llega a las cuatrocientas butacas. En este sentido, la dispersión geográfica de "Málaga en Flamenco" es un hándicap que debieran resolver para posteriores ediciones si no se quiere volver a caer en el error de esta edición en la que a la "Ceremonia de Iniciación" (Dolmen de Menga de Antequera, 7 de julio) asistieron quinientas personas a un espectáculo que se preveía multitudinario. Y esa ha sido la tónica general en la cita malagueña, excesivamente larga y con un calendario inadecuado, otro error que se debiera corregir. La programación, en fin, ha resultado excesiva y claramente sesgada hacia los gustos estéticos del director artístico, que no tienen por qué ser los de la sociedad flamenca malagueña -que algo tendrá que decir-; ni ha respondido a las expectativas que despierta  el arte flamenco actual. Así las cosas, "Málaga en Flamenco" no ha logrado la natural imbricación de los malagueños ni ha procurado la llegada de un turismo cultural selecto que haga suya la propuesta.

Sin entrar en su rentabilidad económica, pues ya sabemos que la cultura no es un negocio -aunque sea una industria que mueve miles de millones-, parece razonable exigir que culturalmente sea rentable, toda vez que su elevado presupuesto ha salido de las arcas públicas. Aunque por lo visto, nada obedece al entusiasmo; pero es cierto que para conocer su trascendencia interior y exterior habrá que esperar a lo que digan los tiempos venideros.

Con todo, "Málaga en Flamenco" es un festival necesario para Málaga y para el arte flamenco, que hay que apoyar desde la crítica constructiva con el fin de mejorarlo y conseguir que sea un referente obligado en el calendario flamenco mundial. Saludemos con alegría lo bueno -que lo ha tenido en cantidad y calidad- y sigamos trabajando para conseguir el concurso de todos los sectores del flamenco malagueño. Sólo así, y tomando las decisiones oportunas, llegará el triunfo perseguido.

© Paco Vargas. Marbella, octubre de 2007