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REFLEXIONES SOBRE EL FESTIVAL DE LA UNIÓN 2006

REFLEXIONES SOBRE EL FESTIVAL DE LA UNIÓN 2006

Miguel de Tena
Miguel de Tena

HOMENAJE A CRISTINA HOYOS

©Pedro Fernández Riquelme

Cada año, tanto los medios de comunicación como los aficionados, exigimos mucho al Festival del Cante de las Minas desde el punto de vista organizativo, artístico y cultural. Sé que no es fácil preparar un evento de dimensión internacional y cumplir con todas las expectativas; por eso, se puede afirmar que el festival del año 2006 ha sido un éxito.

            Artísticamente, las galas han sido brillantes. Todos los protagonistas son primeras espadas en el arte jondo. El Festival ha ido este año sobre seguro, no ha querido arriesgar con gente aún por consolidar. Creo que la línea de los últimos años, trayendo gente como Arcángel, Julián Estrada o Marina Heredia era muy interesante. Pero no se puede poner ninguna pega.

            El primer día, Milagros Mengíbar ofreció un espectacular pregón. Lejos de la monotonía habitual de estos actos, interpretó con su cuadro varios palos recorriendo Andalucía hasta llegar a Murcia. Quiso innovar en los estilos libres como la malagueña y la granaína. Sus discípulas interpretaron estos bailes con originalidad, a falta de cánones. Mejor la malagueña, sobre todo la jabera. Creo que Eva la Yerbabuena interpreta con más brillantez la granaína. La pupila de  Mengíbar abusó de las vueltas.

            El tema del baile por mineras es complejo. Y en La Unión lo saben. Básicamente, es un baile por tarantos, pero el cantaor interpreta una minera. Mengíbar aporta pasos nuevos, pero opino que no son todo lo rotundos que este palo, tan trágico por su forma y contenido, necesita. Quizá deba tener aún alguna modificación. Pero si la organización apuesta por este baile, debe tener en cuenta algunos factores: creer que de verdad hace falta este baile, estar seguros de la forma final del baile por mineras, el impacto y repercusión que va a tener en los medios de fuera de la Región de Murcia, aceptar las críticas que puedan llegar, y sobre todo, si puede tener escuela y respeto entre los profesionales del baile. Hay que andar muy fino en esto de la creación.

            Después, Gema Jiménez, última Lámpara Minera, presentó su reciente y primera grabación, dentro de la colección del festival. Bien por estilos mineros, regular por milongas y mal por tangos. Habrá que ver cómo evoluciona.

            La primera gala nos trajo al tocaor Vicente Amigo. Dividió su actuación en dos partes. Primero,  solo y con su grupo, demostró que es extremadamente imaginativo y que domina la guitarra a su antojo. Empezó con una interpretación soberbia que confundió al personal: parecía malagueña, luego taranta, para acabar descubriendo que era una soleá. Magistral. Luego, fandangos, con un Rafael de Utrera en su sitio.

            En la segunda parte apareció la Orquesta Sinfónica de Murcia para interpretar junto al grupo de Amigo su obra Poeta, del año 1997. Buena iniciativa del festival. Combinar flamenco y música clásica en la Catedral del Cante no es habitual, y, según lo visto, salió a pedir de boca. El buen hacer de José Miguel Rodilla con esta joven orquesta se alió con la magia de Amigo, transportándonos por el imaginario de Rafael Albertí. Era el momento de cerrar los ojos y disfrutar. Nanas, tarantos, tangos... Después del conmovedor encuentro, Vicente Amigo y su grupo ofrecieron unas bulerías trepidantes. No me explico cómo le quedaban al cordobés aún fuerzas en los brazos.

            La gala del sábado se centró en el flamenco más ortodoxo, con el Rey José Menese como estrella. Estuvo serio y centrado en su cante, como siempre. Además de los palos grandes como la soleá y la seguiriya, ofreció algunos menos habituales como una nana o una farruca. Cantó magistralmente los estilos mineros, pero al estilo de Manuel Torre. Toda esta personalidad se agradece, pues decenas son los artistas que repiten los mismos cantes allí donde van.

            Nano de Jerez es Jerez en estado puro: arte, salero, autenticidad  y compás a raudales. Demostró que en los estilos festeros es un grande. Además, estuvo muy bien por fandangos y soleá. La pataíta de regalo fue deliciosa. Niño Carrión acompañó a ambos cantaores con la competencia que en él es habitual.

            Y llegamos al Agujetas. Lo vi en Sevilla hace años y montó un cirio, pero aquí no esperaba que se saliera de madre. Estuvo formal y cantó a su modo habitual. Nunca he comprendido el fervor que despierta en Sevilla y Cádiz este cantaor, pues, como nunca ha vocalizado, su cante es abstracto, hay que imaginárselo. Sus sones recuerdan lo más profundo del cante, suena a la herencia de la sangre, a raza, aunque no siempre vaya al mismo tono que la guitarra. Destacó por tonás, que pusieron el vello de punta, aunque sus palos más afamados hayan sido siempre la soleá y la soleá por bulerías.

            El cuadro de Antonio el Pipa está perfectamente ensamblado. El maridaje con María José Franco es delicioso y el Pipa, con su estilizada y larga figura dibuja el baile más clásico, ya sea por tientos-tangos o por soleá. Correcta actuación, pero siempre se puede esperar algo más de él.

            El domingo fue un día grande de cante con grandes del cante. La Unión debía un pequeño reconocimiento al cantaor de Posadas Luis de Córdoba, Lámpara Minera por dos ocasiones, y no pudo ser en mejor momento. Luis ha pasado por unos años difíciles que ahora parece que está superando. El año pasado, en el homenaje que le brindó el Festival de Lo Ferro, cantó por debajo de sus posibilidades, frió y algo nervioso, pero en La Unión estuvo soberbio, como antaño. Luis de Córdoba ha sido un gran renovador de estilos y es un cantaor enciclopédico. Los aficionados lo echábamos en falta. Y aquí estaba. Primero granaína y media, más taranta y taranto, fandangos, tientos-tangos y bulerías. Remató todos los cantes de forma magistral y los fraseó como solamente él sabe. En el compás fue ayudado por el excelente tocaor Manuel Silveria, un dúo muy unido. Esperemos que le dure este buen momento. La Unión le aplaudió como se merece.

            La gran señora del cante, Carmen Linares apareció en el escenario con su grupo, en el que está como segundo guitarra su hijo Eduardo. Carmen es la cantaora más grande desde que se nos marchó la Niña de los Peines, y nada hará cambiar mi opinión, por eso me duele decir que hace años que está cantando al límite de sus posibilidades. Carmen ha perdido algunas facultades y su voz suena sin vida, debería dosificar sus actuaciones, como hace el maestro Morente, para que la podamos disfrutar muchos años. Es una mujer valiente, sin duda. Cantó alegrías, soleá de Triana, seguiriyas, taranta, milonga (con letra de Borges) y bulerías. Espero que Carmen se replantee su futuro.

            Y como estrella, apareció en escena el más joven de los tres: Miguel Poveda. El catalán salió a convencer. Empezó con martinete, tonás y pregón, sobrado de facultades, jondo y entregado. Seguidamente, apareció su cuadro, con dos palmeros (uno de ellos es Carlos, hermano de Joaquín Grilo) y su inseparable Chicuelo al toque. En las cantiñas y alegrías, al igual que en la copla por bulerías, inexplicablemente se alejaba del micrófono y su voz no se escuchaba, la pasión le puede. Entonces, Poveda invitó a Luis el Zambo a cantar una soleá. Fue un regalo de Miguel al auditorio de La Unión. Como no podía ser de otra manera, el de Badalona ofreció una minera, que siempre dedica al maestro unionense Pencho Cros. Seguidamente, tientos-tangos, largos y muy bien ejecutados. Finalizó su actuación invitando a Luis el Zambo al escenario. Juntos interpretaron unas típicas bulerías jerezanas que encantaron el público. De nuevo, Poveda triunfó en La Unión. Estamos ansiosos por que salga a la venta su nueva obra Tierra de calma.

            Y el lunes llegó Diego el Cigala. Mucho público había venido a verlo por el tirón de Lágrimas Negras. El madrileño empezó por carcelera y soleá, demostrando que sigue siendo un cantaor mediocre a pesar del apoyo mediático de la cultura madrileña (Fernando Trueba, Wyoming...). Después, desgranó piezas de Picasso en los ojos y Lágrimas Negras. Se rodea de un grupo muy competente, destacando Diego el Morao a la guitarra. Acabó su actuación con unos desastrosos fandangos e, incluso, antes se había atrevido por tarantos. El bolero aflamencado es el palo que mejor interpreta el Cigala, y quizá debiera dedicarse a ello. No estamos hablando de ortodoxia o heterodoxia, sino de condiciones para el cante.

            Yo esperaba con ansia el espectáculo de baile que Manolo Marín, Merche Esmeralda, Javier Barón, Adela Campallo y Rafael Campallo, fíjense ustedes todos los astros que he nombrado, iban a ofrecer. Y mi sensación es que he presenciado el mejor espectáculo de baile flamenco desde que hace dos años Eva la Yerbabuena me deleitó. Es difícil describir con palabras todo el arte que desprendían. Todos los movimientos fueron majestuosos, evocadores, magistrales. Si hemos de destacar algo serían la soleá de Merche Esmeralda, los tientos-tangos de Marín con Esmeralda y la soleá por bulerías de Javier Barón. Pero qué decir de la impactante presentación por martinete o el fin de fiesta con todos bailado por bulerías. El mejor espectáculo del festival, a juicio de Murciajonda. La escuela sevillana sigue viva.

            La última gala estuvo protagonizada por José Mercé y la compañía de Manuela Carrasco. El jerezano tiene la virtud de que ha acercado a muchos neófitos al arte flamenco. Y esto es impagable. El flamenco que hace, nos guste o no, suena en todas las emisoras y programas de radio, lo entrevistan en periódicos y revistas de grandes tiradas. Es bueno para el flamenco. Además, cuando canta por derecho, normalmente, emociona, pues tiene una de las voces más redondas del flamenco actual. Pero en La Unión le faltó duende. Dividió su actuación en dos partes: lo jondo y la fusión. Acompañado de Moraíto Chico, ofreció malagueñas, seguiriya, soleá y fandangos. Solo correcto. La segunda parte salió arropado por toda la banda. Hizo sus famosos tangos del último disco, Lo que no se da, y, viendo que no enganchaba con el público, saco la artillería con Aire y Al alba. Puso a la gente en pie. Su arte gusta y nosotros nos alegramos, pero cada día va a menos.

            Manuela Carrasco sí nos gustó. A pesar de estar muchos años bailando, aún sigue al pie del cañón. Se hace acompañar de una compañía espectacular: su propia hija, la Tobala, Pedro Sierra, Enrique el Extremeño, Manuel Molina. Combinan sabiamente el espectáculo con la jondura. Lo hicieron todo bien, pero a mí me siguen derritiendo esos tarantos con Enrique el Extremeño cantándole de pie a la Carrasco.

            Hemos de destacar el papel del presentador Manuel Curao, gran comunicador y gran entendido de flamenco. Presentó de forma natural, llana pero precisa en sus palabras. Este es el presentador que necesita La Unión. También estoy obligado a decir que los apartados reservados para la prensa no eran los lugares idóneos para seguir el festival. Solamente teníamos una visión parcial y el sonido no llegaba con nitidez; además, el público pasaba continuamente por en medio; por eso, los medios tuvimos que colocarnos en los huecos que la gente iba dejando. Esto ha de solucionarse para la próxima edición.

            Y empezó lo verdaderamente importante, el concurso, la quintaesencia del Cante de las Minas. Según lo visto, este año el jurado lo ha tenido difícil, pues muchos cantaores venían bien pertrechados con sus cantes; lo mismo ha ocurrido en el baile,  donde ha habido una gran competencia. Este año el jurado ha estado compuesto por Faustino Núñez, Manuel Bohórquez, Francisco Paredes, que era el presidente, Francisco Valero Vargas y Alfonso Eduardo Pérez Orozco, actuando de secretario Leandro Bermúdez. Difícilmente se podrá encontrar un jurado con más quilates.

            Como suele pasar, los finalistas actuaron mejor en la semifinal que en la final; y es que el escenario de La Unión impone mucho respeto, como los mismos artistas reconocen. A la final llegó el extremeño Miguel de Tena con cinco cantes, lógicamente era el favorito. Estuvo centrado y ganó. Llevaba cuatro años detrás de la Lámpara Minera y conoce ya muy bien nuestros cantes. Después de ganar el Melón de Oro de Lo Ferro y el  primer premio en el Festival de Jóvenes Flamencos de Calasparra, sólo le faltaba el trofeo unionense para convertirse en un mito en la Región de Murcia. Es un cantaor con facultades, con muy buen gusto y conocimiento de los cantes. Enhorabuena.

            Los otros dos aspirantes se conformaron con premios menores. Antonio Mejías Portero fue la revelación del festival. Ganó el segundo premio de mineras y el de cartageneras. Salió algo nervioso por soleares y no se llevó ese premio. Debe seguir trabajando, pues tiene un gran futuro. El granadino Juan Pinilla, eterno aspirante, hubo de conformarse con el premio de Otros cantes mineros por su murciana-levantica, magistralmente interpretada. Tuvo mucha competencia y salió airoso. Ánimo Juan y a continuar trabajando.

            Domingo Herrerías ganó por soleá y Juan Antonio Camino por seguiriya. Creo que ambos deberían haber llegado a la final con más opciones. Isabelita Rico, ahora Morena Clara, se alzó con el trofeo por malagueñas. Tiene aún poca experiencia, pero su guitarrista Fernando Rodríguez sabe guiarla. Pedro Peralta, otro extremeño de pro, ganó justamente por sus tangos extremeños.

            En el trofeo del Bordón, fue el joven tocaor sevillano Juan José Rodríguez Millán, Niño de Brenes, quien se llevó el gato al agua. Todo estaba igualado con el cartagenero Cayetano Moreno, hasta que el de Brenes interpretó una estupenda malagueña rematada por rondeña. Es la segunda vez que Cayetano se lleva el segundo premio, de ahí su gran decepción. Tienen ambos un gran porvenir.

            El trofeo Desplante fue para María Juncal Borrull. Interpretó taranto y alegrías. Domina muy bien los espacios y deslumbra con los pies; a pesar de lo dicho, estuvo mucho mejor en semifinales. Lo mismo le ocurrió a Pilar Ogalla. La gaditana gustó por su elegancia y sensualidad, pero no fue suficiente para ganar.

            Se podrá estar de acuerdo o no con algún premio, pero todas las decisiones del jurado estuvieron razonadas.

            Y se acabó. La magia volverá en el 2007. Se hará larga la espera hasta entonces.