Free cookie consent management tool by TermsFeed Jornadas Flamencas de Santa Lucía. Antonio José Mejías, Ilusión y entrega - Región de Murcia Digital
MURCIAJONDA

Jornadas Flamencas de Santa Lucía. Antonio José Mejías, Ilusión y entrega

Jornadas Flamencas de Santa Lucía. Antonio José Mejías, Ilusión y entrega

Paco Paredes
Paco Paredes

   El pasado sábado 19 de Agosto, tenía lugar en la plaza del Pinacho del flamenquísimo barrio cartagenero de Santa  Lucia, la actuación del cantaor cordobés Antonio José Mejías, que venía  acompañado por el guitarrista Unionense Antonio Muñoz, hijo de la genial cantaora Encarnación Fernández y nieto de Antonio Fernández patriarca de una extensa saga de artistas.

    Los actos de las jornadas flamencas de Santa Lucía, que están dirigidas con acierto por el  concejal del ayuntamiento cartagenero Manolo Torres, han acogido a diversos  cantaores del panorama flamenco actual. Por allí han pasado entre otros: El Cabrero, y artistas habituales de los concursos tales como Domingo Herrerías, Jesús Chozas, lámparas mineras como Raúl Montesinos, Miguel De Tena, reciente ganador 2006, y un largo etc.

   En una agradable y fresquita noche veraniega, se respiraba en el ambiente los ecos que un día hicieron de ese barrio, referencia indiscutible de los cantes de la tierra.

    El barrio de Santa Lucía, marinero y flamenco por los cuatros costaos, fue testigo más que directo de las tertulias y reuniones de los artífices del cante minero a lo largo del siglo XX; en sus terrazas y bares rivalizaban y confraternizaba los mejores artistas y aficionados de la zona. Los cantaores  profesionales que visitaban la comarca en las famosas Tournes  siempre hacían un hueco para saborear el rico pescado y el buen vino del terreno y deleitarse con los ecos profundos e inconfundibles que en la comarca de Cartagena- La  Unión adquiría el cante por Tarantas.

     Es por eso que quiero desde aquí mostrar  mi apoyo, y expresar mi felicitación a todos cuantos trabajan para recuperar la esencia histórica de tan importante referente en la cultura de la zona, recuperando la tradición y la importancia en la divulgación de nuestros cantes.

    Sentía la curiosidad de escuchar a al cantaor montillano al que conozco desde hace algún tiempo, sin la presión y nervios de los concursos, ya que solo lo había escuchado en su faceta de concursante del festival minero en los dos últimos años. Me apetecía verlo expresarse sin la presión de cantar ante un jurado, donde pudiera reflejar su cante fabricado solo para la atenta mirada de un público reducido. ¡Y no decepcionó!

    Entre los asistentes se encontraban aficionados  y miembros de la directiva del festival del Cante de las Minas: Paco Severo y su familia, Pepe Cortado y señora, el cantaor  Salvador Salas, Manuel Cuevas (Lámpara Minera 2002)? Y una afición que reclamaba cante del bueno.

    Antonio basó su actuación en el repertorio tradicional, el cual es referente en sus formas estilísticas interpretativas. Con un recital largo y extenso, sorprendía a quienes allí estábamos por su manejo de una gran variedad de palos del flamenco, los cuales interpretó con soltura y conocimiento, demostrando que es un cantaor a tener en cuenta. Su cante, expresado con garra y pureza durante toda su actuación, era una continua lucha por dar lo mejor de si en cada momento, anárquico en algunos instantes, nos da lugar a pensar que va sintiendo esa búsqueda interior que nace desde el conocimiento. Pero debe aprender a controlar, a medir unas fuerzas abusivas en algunos tercios que le hacen llegar excesivamente forzado al remate de algunos de los cantes que interpretó.

   Comenzó con unas palabras de agradecimiento para La Unión y el Festival del Cante de las Minas, asegurando que los dos premios cosechados la semana anterior en el certamen, le habían cargado de moral, y que esperaba corresponder con toda su ilusión y entrega. En su primer cante por Soleá, que dedicó con afecto y admiración a Manuel Cuevas, lo pudimos comprobar. Antonio se paseó por el repertorio alcalareño con diferentes estilos de las soleares atribuidas a Joaquín el de la Paula, alternando como era costumbre en cantaores como Talega o Mairena,  los grandes divulgadores de esos estilos con un cuerpo trianero de la Andonda. De ahí la confusión, ya que todavía en la actualidad  algunos siguen atribuyéndolo a Joaquín.

   Cartagenera de Chacón que expresó con libertad,  superando  en calidad al cante que interpretó en la final del festival. Aquí se entregó, se desgarró entre tercio y tercio, demostrando el porque fue premiado en La Unión y remató con el Taranto que el maestro Fosforito recreó a partir del cante del Fruto de Linares, lo ejecutó con valentía y conocimiento, pero su deseo de agradar en todo momento y su falta de modulación le hicieron llegar justito.

   Continuó con todo un recital de los cantes lucentinos. Dirigiéndose al público nos dijo: "después de hacer los cantes de vuestra tierra, ahora os voy hacer los de la mía", nos acercó al repertorio de Cayetano. He de reconocer que difícilmente puedo ser objetivo cuando los cantes del egabrense se ejecutan de forma fidedigna, pues el Niño de Cabra es uno de mis referentes flamencos desde mi niñez. Pero sin pasiones ni gustos cantaores por medio, fue sin duda uno de los mejores momentos de la noche, Fandangos de Dolores la de la Huerta, Rafael Rivas y el Verdial lucentino que nos transmitiera Manuel Vallejo con la letra "el criticar y murmurar". De los cantes de Lucena pasó a los Tangos, recorrido trianero con el sabor inconfundible de Pastora y Cádiz que como buen cordobés siguió la estela de los cantes que el maestro Fosforito aprendiera durante su servicio militar en la bella ciudad gaditana, alternando con los Tangos del Rafael Pareja, excelente la conjunción  entre cantaor y guitarrista en este cante.

     Y, para terminar la primera parte, un cante por Bulerías donde derrochó fuerza, compás y entrega, con el sabor puro Jerezano y padre nuestro de Manolito de María incluido para finalizar.

    Una copita acompañada de la clásica tertulia entre amigos, los saludos de rigor para quienes habían llegado más tarde, el helado veraniego, algún que otro bocata y de nuevo los artistas volvían al escenario.

    Comenzó la segunda parte cantando por Alegrías, el único cante que no me convenció de la noche. El guitarrista recurrió a unos tonos demasiado contemporáneos, imaginativos para el acompañamiento, en las cuales era difícil ejecutar el cante con seguridad, su anarquía musical fue un obstáculo para encontrar ese camino de conjunción entre cante y toque. El problema no era por falta de conocimiento, ni de ritmo, sino de entendimiento.

    En la Malagueña de la Peñaranda, buscó a Enrique Morente, y es que el maestro granadino nos dejó un cante perfectamente estructurado y acabado, siendo el referente obligado en su ejecución. Mejías  lo interpretó con soltura y personalidad, realizó una versión bastante aceptable, quizás abusando de poder entre tercios, pero seguramente ese fue el atractivo para un público que disfrutaba con su entrega. Continuó con  el Fandango de Frasquito Yerbabuena que remató en su último tercio por Verdial, siguiendo esa nueva moda que tienen algunos cantaores de alargar el final de ese cante, entre mezclando los aires de Málaga y Granada rompiendo su estructura inicial o territorial, para buscar el efectivismo del aplauso, ¡de todas formas, lo bordó!.

     Recorrido por Fandangos, destacando en los atribuidos al cantaor Pontanes Julián Estrada que ya son habituales en el repertorio de la nueva generación de  cantaores cordobeses y los de Rafael Ramos "El Gloría" sin micro, ejecutados con valentía.

   Y de nuevo Bulerías para finalizar donde estuvo sembráo, interpretó una gran variedad de cantes de este estilo, Jerez, Camarón, Cuplé, Manolito Reyes de Vallejo. Y un  bis de Fandangos del Pichíchi a capela reclamado por un público entregado.

    Una noche donde el cantaor derrochó esfuerzo, entrega y pasión, que se vio recompensado por el calor y las felicitaciones del respetable. Conocimiento, ilusión y entrega no le faltan.

    Y después la copa, la tertulia, los cantes de no se quién... ya se sabe las cosas del flamenco.

Paco Paredes