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Por lo general, el pescado congelado que se adquiere a granel es más barato que el fresco.
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No presenta desperdicios, dado que suele estar preparado para que pueda ser cocinado sin tener que limpiarlo.
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La congelación mantiene el valor nutricional y evita el crecimiento y desarrollo de bacterias, siempre que no se rompa la cadena de frío, es decir, si se mantienen las temperaturas adecuadas de congelación desde que el pescado es congelado hasta que llega al hogar. Así se conserva tanto el valor biológico de sus proteínas, como la cantidad de ácidos grasos insaturados, entre ellos el omega-3, las vitaminas y los minerales.
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Si queremos una correcta descongelación, debe llevarse a cabo en el frigorífico, al baño maría o en el microondas.
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El glaseado es un proceso por el que el pescado se rocía con agua o se sumerge en ella y a continuación se congela, con el fin de que el producto no se deshidrate ni sufra alteraciones (olor, color...) durante su almacenamiento. El glaseado provoca la aparición de una capa de hielo alrededor del pescado, por lo que es importante fijarse en el grosor de dicha capa para saber si se está pagando hielo a precio de pescado.