Un seguro de vida permite a los asegurados que sus beneficiarios mantengan una estabilidad económica en caso de un siniestro eventual. Este producto responde a la necesidad de previsión de los individuos ante posibles riesgos que puedan provocar desequilibrios económicos, sobre todo para sus familias.

Si queremos contratar un seguro de este tipo, la compañía aseguradora nos someterá a un cuestionario de salud y, en su caso, a un reconocimiento médico. En función de la edad y del capital asegurado, el asegurador decide si basta con realizar un cuestionario o es necesario un estudio clínico. En este último caso, un médico designado por la entidad efectuará una exploración al candidato y realizará el informe correspondiente estableciendo las conclusiones oportunas sobre el riesgo.

Esta prueba médica es el paso previo a la contratación. Pero, antes de contratar el seguro, conviene informarse sobre las posibilidades que ofrece cada entidad y las características de los distintos productos del ramo de vida. Elegir adecuadamente el seguro puede suponer importantes ahorros. Así, podemos optar, entre otros, por seguros de vida entera, en los que el capital se paga inmediatamente después de la muerte del asegurado, temporales, en los que se establece la duración del contrato, de amortización, adecuadas para los asegurados que tengan préstamos pendientes, o de supervivencia, en los que generalmente intervienen dos personas (asegurado y beneficiado).