Los cantos de las aves fringílidas siempre han cautivado y han servido de inspiración a las poblaciones humanas, hasta el punto de desarrollar una actividad cinegética denominada silvestrismo que consiste en la captura de estas aves para coleccionar sus cantos. Los estudios que sobre estas poblaciones se han realizado han permitido elaborar recomendaciones para la comunidad silvestrista.
Las aves fringílidas (Fringillidae) comprenden un grupo taxonómico que pertenece al orden de las paseriformes y presentan una distribución muy amplia en el planeta compuesta por 170 especies. En la península Ibérica, Canarias y Baleares están representadas por once especies reproductoras y cuatro de aparición irregular. Se trata de un amplio grupo ornítico con especies adaptadas a gran variedad de medios; desde los sistemas forestales montañosos, donde son característicos el verderón serrano y el lúgano, hasta los paisajes semiáridos del Sureste ibérico, hábitat del singular camachuelo trompetero. Los fringílidos se encuentran en una amplia variedad de formaciones vegetales, como en los bosques, donde destacan las poblaciones de pinzón vulgar y piquituerto, o en matorrales y ambientes ecotónicos generados por cultivos y bosquetes, en los que son habituales el pardillo común, el jilguero, el verdecillo, el verderón común, el picogordo, el camachuelo común, etc.
Este grupo de aves se alimenta principalmente de granos y semillas, si bien también pueden incluir en su dieta algunos pequeños invertebrados. En general, estas aves disponen de un corto y fuerte pico cónico y su lengua y músculos bucales están muy desarrollados. De este modo, su canto suele ser potente, trinado y en muchas ocasiones agradable al oído humano, por lo que se consideran excelentes aves cantoras.