En la época de Floridablanca, España aún conservaba el mayor imperio territorial del mundo, logrado en tiempos de Carlos I y Felipe II, pero sus reinos eran demasiado vulnerables porque, al estar tan dispersos, no podían recibir la atención y defensa suficiente por parte de un imperio en decadencia frente al poderío británico y francés.
El primer año del siglo coincide con el inicio del reinado de Felipe V de Borbón en España, que como es sabido aparejó una internacionalizada guerra de sucesión. Posteriormente, con Carlos III se consolidó el "despotismo ilustrado", adaptación monárquica de las doctrinas mantenidas por la Ilustración.
En el ámbito político, Carlos III tuvo que hacer frente a diversas revueltas, como el motín de Esquilache en 1776, por el que el pueblo se sublevó al imponérsele mediante un decreto una forma de vestir, más acorde con las tendencias europeas. Aunque la historiografía especializada pone en cuestión este carácter espontáneo, apreciando detrás de la revuelta el aliento de la nobleza española. Molesta por el protagonismo de los ministros italianos del monarca, como era el caso del propio Esquilache.
La Murcia del Setecientos
El siglo XVIII deja en Murcia importantes muestras del Barroco en arte y arquitectura. Por ejemplo, en 1754 se termina la fachada principal de la catedral, después de 17 años de intenso trabajo, considerándose uno de los más bellos ejemplos de la arquitectura barroca. Otras obras que embellecieron la ciudad fueron el Seminario de San Fulgencio, el Palacio Episcopal, el Puente de los Peligros, el Malecón, la mayoría de las parroquias históricas, palacios como el de Fontes, Floridablanca, Marqués de los Velez o de los Riquelme. También destaca la obra escultórica de Francisco Salzillo o Nicolás de Bussy.