Cañadas de San Pedro

Siendo Cañadas de San Pedro un paso geográfico natural hacia la zona litoral de Murcia no es de extrañar que en el Collado de los Ginovinos, en la Sierra de Altaona, se hayan llegado a encontrar restos arqueológicos de época romana e islámica que, junto a los restos del castillo del Cabezo del Moro, y las alquerías que habrían estado bajo su vigilancia,  ponen de manifiesto la relevancia de estos pasos del puerto de San Pedro y su importancia estratégica.

Escasas fuentes documentales

Pero aparte de estos rastros que la arqueología nos ofrece, no hay una documentación histórica densa que nos permita descubrir el origen de esta población y territorio o su devenir en la historia, siendo parte histórica del Campo de Murcia y siguiendo su topónimo solo podemos aventurar algunas realidades.

Tras la reconquista del territorio murciano a los dominadores musulmanes en el siglo XIII, la corona castellana, y en concreto el rey Alfonso X, trazaría un plan de repoblación en los nuevos territorios que intentaría paliar la evidente despoblación de amplias latitudes.

Poblamiento tardío

Murcia y su campo se encontraban salpicados de pequeñas alquerías poco pobladas, como Benizuleiman o la conocida San Pedro, sin duda relacionada esta última con el topónimo de nuestra Cañadas de San Pedro, alquerías con pequeñas producciones y zonas de pasto. Pero la inestabilidad social y política repercutiría en que estas zonas quedaran pronto pobladas, recordemos también que hasta ya entrado el siglo XV no se definirían las fronteras de Murcia y Orihuela.

Hasta los segundos repartos del XV no encontramos topónimos y heredades ya conformadas, como el Puerto de San Pedro, el Aljibe de la Plata, Campo de San Pedro y Cañadas de San Pedro, encontrando en esta última en 1485 censado a Juan de Enguera. Y vuelve a aparecer en documentos del XVI y XVII el Aljibe de la Plata, sin duda primer topónimo del actual Cabezo de la Plata.

Edad Moderna

Podemos entrever en la época moderna una realidad compuesta de amplios campos de cultivo de secano y pasto, ya que para el Concejo de Murcia los caseríos establecidos en estos parajes eran caseríos de campo, lugares muy poblados y de paso para las ganaderías trashumantes. En 1728 sabemos que un tal Juan de Carrillo había establecido un mesón con caballerizas para atender a los viajeros, cuando Cañadas de San Pedro pertenecía aún a Torreagüera, ya que en 1744 participaría del territorio de Sucina.

Un censo de 1786 establece en el caserío de Cañadas un total de 118 familias, que podrían configurar una población de unos 300 habitantes, dispersos en haciendas y parajes, y que le daba derecho a participar en el Concejo con hasta dos diputados.

Vaivenes administrativos

Pero a comienzos del XIX la población apenas había sobrepasado los trescientos habitantes, dispersos en los caseríos de Porches, Sequillos, Canteras, Cabezo de la Plata y Manzanos. Durante el trienio liberal de 1820, y ante la novedosa independencia de Sucina, parte de Cañadas quedaría administrada por este último ayuntamiento, pero otra vez en 1823 volvería a depender del Concejo murciano.

Estas tierras de olivares no verían hasta 1880 una escuela de estudios primarios, momento en el que ya existían las dos ermitas del territorio con sus dos advocaciones, Virgen de las Mercedes y San Isidro.

En los años sesenta del siglo XX Cañadas alcanza su mayor nivel demográfico, con un total de mil doscientos habitantes, situación que iría transformándose ante la inevitable emigración de la época, hasta llegar a los niveles habituales de su historia, con algo más de trescientos vecinos residiendo en sus parajes.