Ya en época moderna se conoce la diferenciación entre dos áreas que derivan del topónimo original. Se distinguen Sangonera la Seca y Sangonera la Verde, siendo la primera la del lado Norte y la segunda quedando en el Sur, la parte más fértil de la zona. El paraje vecino de la Buznegra se mantenía independiente en el siglo XVI, lo que da una idea de su nivel de importancia desde el punto de vista administrativo. En 1501 las minas de sal ubicadas a unos tres kilómetros de el paraje de El Puntarrón pasarían a manos del Concejo de Murcia, pero pasarían nuevamente a la Corona en 1582, siendo Rey Felipe II.

  Villanueva de Sangonera

  En 1617, tras ser adquiridos los pagos de la Buznegra y Sangonera la Seca por Francisco de Rocamora y Tomás, éste los une bajo un mismo nuevo nombre: Villanueva de Sangonera. Pero esta particular situación desaparecería en el XVIII, y Buznegra volvería a recuperar su administración privilegiada, siendo un señorío secular con alcalde ordinario frente a una Sangonera la Seca, que seguiría siendo aldea de realengo.

  La curiosa diferencia, en importancia administrativa, entre la Voz Negra y Sangonera se repetiría durante el Trienio Liberal, cuando Sangonera pasara a depender de El Palmar y Buznegra tuviera su propio Ayuntamiento, contando tan solo con unos treinta habitantes. Pero esta peculiaridad que llegara con el Gobierno del trienio desaparecería en 1856.

  Siglo XX

  Sabemos que en 1891 el propietario Roca Amatler fundó en los saladares de El Puntarrón la ermita de Roca, dedicada al Sagrado Corazón de Jesús. Hasta aquel momento solo constaba como lugar de culto la Ermita de Belén, templo que queda en el término de Librilla, según la actual topografía, pero que aparece documentada como del término de Sangonera la Seca. La fundación de la actual parroquia de San José se remonta a mediados del siglo XX. En 1968 quedó fundada como iglesia parroquial.