El elemento defensivo más importante en Siyâsa es el hisn o alcazaba. El Castillo de Cieza protegía a los habitantes que poblaban las laderas del cerro y las alquerías que salpicaban la vega del Segura, a la vez que era el elemento fundamental en la organización del espacio rural. Se trata de una fortaleza funcional, que rentabiliza al máximo el espacio y las defensas naturales del terreno, sin formas propagandísticas o simbólicas y en la que están ausentes las grandes puertas monumentales, presentes en las residencias fortificadas estatales.

   La estructura de la fortaleza se divide en dos recintos claramente diferenciados, separados por un gran muro de tapial: El recinto inferior o Albacar es el más amplio y podía acoger temporalmente a la población de la ladera en caso de ataque. Se encuentra delimitado por una serie de fábricas de mampostería que se adaptan al terreno, los perfiles más sensibles de ser flanqueados por el enemigo aparecen fortificados, mientras que los precipicios inaccesibles se defendían solamente con sus propios escarpes naturales o ampliados con un simple parapeto.

   En el interior del flanco suroriental del Albacar, anexo a la muralla, se construyó un gran aljibe de tapial, conocido en la zona como el Baño de la Reina. Su interior está compartimentado en tres sectores, asegurando de esta forma el buen estado del agua almacenada en distintos departamentos. El aljibe se cerraba por la parte superior mediante una bóveda de cañón apoyada sobre los muros laterales, en los que había estrecho pasillo aprovechado para abastecer de agua al aljibe y a la población.

   El recinto superior o celoquía es el sector más abrupto y elevado, situado en el extremo nororiental, era el último reducto defensivo, aunque también fue utilizado como granero colectivo o para alojar a un representante de la administración del Estado. Este recinto estaba completamente rodeado por lienzos de muralla de tapial que se elevaban cerca de 10 metros. Buena parte de su interior debió estar cubierto, ya que los especialistas encontraron en el muro una hilera de huellas de vigas de madera posiblemente pertenecientes a un forjado o porche.

   La comunicación con el Albacar se realiza a través de una puerta protegida por una torre cuadrada de la que partían los lienzos que cierran este espacio. Poseía una torre, de la que se ha conservado la primera planta, dividida en dos niveles y terraza, presentando cinco oquedades al exterior: la puerta de entrada y una saetera en la planta baja, así como tres ventanas en forma de arco de herradura en el primer piso. Los restos que existen de este recinto en la actualidad, parte de la torre y un lienzo de muralla, fueron realizados en tapial de argamasa. Al finalizar el período andalusí, tras el Pacto de Alcaraz en 1243, la fortaleza pasó a manos de la Orden de Santiago en 1281, siendo en 1457 objeto de una destrucción deliberada por parte del Adelantado de la Corona, a causa de uno de los episodios de la guerra entre manueles y fajardos en el Reino de Murcia.