Prehistoria y Antigüedad
![Panorámica de las lomas [Cabezo de la Jara_Puerto Lumbreras]](/servlet/integra.servlets.Imagenes?METHOD=VERIMAGEN_59980&nombre=PL_Cabezo_de_la_Jara_Panoramica_de_las_lomas_res_720.jpg)
La Cultura de El Argar en el Cabezo de la Jara
El Cabezo de la Jara se encuentra en la zona de paso natural desde Andalucía hacia Murcia y por su estratégica situación los pobladores argáricos del sureste peninsular la cruzaron en sus desplazamientos. La Rambla de Nogalte, donde desagua la rambla de Vilerda, fue usada como camino de paso obligado durante toda esta época por su situación de frontera. Prueba de esta condición de nudo de enlace entre regiones son los numerosos vestigios hallados en las cercanías de este cauce.
La cultura de El Argar se asentó en su mayor parte en las provincias de Albacete, Almería, Jaén y Murcia, durante el segundo milenio a.C. Restos arqueológicos de este pueblo prehistórico se han encontrado en las proximidades de la Rambla de Vilerda, que cruza el Cabezo de la Jara, así como en distintos lugares de Puerto Lumbreras, por ejemplo el poblado del Cerro de las Yeseras.
La Vía Augusta romana
La importante Vía Augusta romana pasaba por el paraje de la Parroquia, que une Vélez Rubio con Lorca, y quedaba retirada de las actuales tierras de Cabezo de la Jara y Puerto Lumbreras. Esta puede ser una de las razones que justifican la falta de población en estos lugares durante la romanización y la lejanía de las villas agrarias romanas.
En cambio la importancia de estos parajes como punto estratégico y las batallas desarrolladas en las cercanías dejaron varias leyendas relacionadas con las cuevas del Cabezo de la Jara. Una de ellas dice que Cneo Cornelio Escipión, hermano del cónsul Publio Cornelio, murió en la batalla entre cartagineses y romanos, llamada popularmente “La Monda”, y que su cuerpo está enterrado en una de estas oquedades. La Cueva de los Escipiones, como se conoce al lugar donde podría estar Escipión, está situada en un paraje de grutas y simas, algunas de ellas también bautizadas con nombres curiosos como la cueva de la Tinaja y la Sima.