Tras la toma de posesión del conde de Floridablanca como ministro, se retoma el proyecto de repoblación de Águilas. Para encargarse de la repoblación el conde nombró a su cuñado Antonio de Robles Vives superintendente de las Reales Obras. Robles Vives llevaría a cabo la obra del conde de Aranda. Lo cierto es que tras cinco años de tarea repobladora la ciudad aumentó en 1.210 personas, pasando a contar con 1.592 habitantes.

   La apertura del camino real y el acueducto de Tébar, que unía la costa con Lorca, hizo que muchos habitantes del interior se desplazaran a vivir en la costa. En uno de los comunicados de Robles Vives a su cuñado le comentaba la necesidad de que gobernara la plaza una persona con cualificación suficiente. En 1785 el Rey Carlos III aprueba la moción y se nombra un teniente corregidor letrado para Águilas. Pero la nueva ciudad necesitaba, además de un gobierno competente, una buena disposición económica. Robles Vives propuso al Concejo lorquino que algunos de los impuestos que salían desde Águilas a Lorca se quedaran en la ciudad portuaria. En la última década del siglo XVIII ocurrió una terrible noticia para Águilas: la caída del conde de Floridablanca en el poder y la pérdida de las Reales Obras por parte de Robles Vives. El sustituto estaba en concordancia con las ideas del alcalde de Lorca y fueron mermando el poder del teniente regidor de la ciudad costera hasta su anulación. Los últimos años del siglo XVIII y primeros del XIX Águilas es pedanía de Lorca. Los alcaldes pedáneos tenían un papel poco relevante en el Gobierno de la ciudad, ya que dependían de las decisiones de Lorca.

   A la rotura del Pantano de Puentes en la primera década del siglo XIX, donde murieron 607 personas, entre las que se encontraba Robles Vives, se unió un terrible terremoto, que dejó varios edificios de Águilas en muy mal estado. Siguiendo con el negro comienzo de siglo, en 1810 Águilas es atacada por las tropas francesas en su invasión del territorio peninsular. Tras los levantamientos en España contra Napoleón y la recuperación de la Península Ibérica por las tropas españolas, se nombra el primer Ayuntamiento Constitucional en Águilas, gracias a la ley promulgada por las Cortes, en la que se declaraba que cualquier ciudad con un número superior a 1.000 habitantes tenía derecho a poseer Ayuntamiento propio. Esta situación duró en Águilas desde 1812 a 1814, en la que la vuelta a España de Fernando VII devuelve a Águilas a su condición de pedanía lorquina. Tras pasar por otro período con Ayuntamiento propio y otra vuelta a ser pedanía de Lorca, el 7 de junio de 1834 Águilas conforma definitivamente su Ayuntamiento. Pero la Guerra Carlista y la precariedad económica del Ayuntamiento hizo que a mediados del siglo XIX la ciudad de Águilas estuviera a punto de desaparecer.

   La minería de Águilas salvó las arcas del municipio

   En 1838 se descubrió un filón de plata en la sierra de la Almagrera. A las minas de plata se le unirían las de plomo y hierro. Los capitales invertidos en el municipio gracias a la explotación minera sacaron a la población de la ruina. Con el aumento de la economía aguileña se vivió un aumento de población foránea, que acudía en busca de fortuna. La ciudad de Águilas vio cómo crecían sus calles y sus casas. En las décadas de los 40' y 50' la población triplicaría su número. Aunque, en un principio, las minas contaban con fundiciones propias, pronto se levantaron en las proximidades las fundiciones Iberia (1843) y La Aurora. Estas dos serían adquiridas por la compañía inglesa Edward Bates. Las sociedades mineras aguileñas eran muy inestables y en los años que duró el apogeo minero se enriquecieron y arruinaron numerosas de ellas. Los altibajos de la producción y del precio del mineral, y el derroche de los empresarios, daban al traste en poco tiempo con inmensas fortunas.

   A principios de los años 70' las fuerzas cantonales de Cartagena tomaron Águilas en dos ocasiones. Amenazaron a la ciudad con la artillería del acorazado Numancia y la fragata Fernando 'El Católico' si no daban dinero para la causa. Los cantonales sabían de la riqueza acumulada en Águilas con la minería. Con las arcas llenas para la causa, los cantonales partieron hacia Cartagena. A finales de esta década las compañías inglesas y francesas habían sustituido a las nacionales en la minería, ya en horas bajas. Mientras tanto, la industria del esparto comenzaba a tomar posiciones. Bajo el reinado de Alfonso XII se comenzarían las dos grandes obras que elevaron, aún más, la posición de Águilas en el panorama regional: el puerto y el ferrocarril. La compañía inglesa The Great Southern of Spain Rail Way Company Limited se encargaría de las obras que llevarían el ferrocarril a Águilas. Más tarde completarían su obra con la construcción del embarcadero del Hornillo, para que salieran las mercancías. Muestras del trabajo de esta compañía se pueden contemplar hoy en día en el Museo del Ferrocarril de Águilas.

   Comienzos del siglo XX: entre la abundancia y el analfabetismo

   Dos clases sociales habitaban Águilas a principios del siglo XX: los acaudalados y los pobres. La clase media era casi inexistente. Entre aduanas, fábricas de esparto y mineras, Cámaras de Comercio y Navegación y representaciones consulares, industriales arruinados caminaban por las calles de la ciudad y mandaban a sus niños a trabajar en las fábricas para subsistir. Una situación que irremediablemente llevaba a esos niños al analfabetismo. Con las frecuentes crisis mineras la población pasaba de visitar cafés y casinos a pedir limosna por las calles.

   En 1931 suben al poder los republicanos. La efervescencia política era manifiesta. En aquellos momentos existían los siguientes centros: Agrupación Socialista, Centro Republicano Radical, Círculo de la Derecha Liberal Republicana, Círculo de Izquierda Republicana, CEDA, Consejo Sindical Obrero Ferroviario y un gran número de asociaciones obreras. El enfrentamiento entre republicanos y socialistas, entre otros factores diversos, dio al traste con toda perspectiva de fomento social. El golpe de Estado hizo que Águilas, al igual que tantas otras ciudades españolas, se levantara en armas contra los insurrectos. Pero España quedaría bajo la bota dictatorial de Francisco Franco. La guerra dejó en la población aguileña la cifra de más de 200 muertos en los tres años que duró la contienda. En el municipio se produjo un movimiento migratorio hacia el extranjero, que hizo descender el número de pobladores.

   A partir de la década de los 60' del siglo XX Águilas comienza a salir del pozo económico gracias a la explotación masiva de cultivos. En la actualidad Águilas es un floreciente municipio, que basa su economía en los productos agroalimentarios y en un creciente sector turístico. El boom turístico de los 70' hizo que las playas de Águilas fueran un destino privilegiado para los españoles que querían disfrutar del fabuloso clima de la Región de Murcia. A finales de los 90', con la ayuda de un Plan de Dinamización Turística, Águilas realizó numerosas obras para adaptar la ciudad y su entorno a las nuevas exigencias del turismo de calidad por el que apuesta la Región de Murcia. De esta forma se remodeló el Paseo Marítimo de Levante, se acondicionaron varias playas, se restauraron diversos elementos patrimoniales de la ciudad, se invirtió en la creación de nuevos museos y se mejoró la señalización turística. Águilas es un municipio que no para de crecer.