El nacimiento de Alumbres Nuevos, don Francisco de los Cobos

  A finales del siglo XV y principios del XVI era muy apreciada en el sector textil la utilización del alum o alumbre, mineral que constituía uno de los productos más usados en el tinte de los tejidos (avivaba los colores) y en los curtidos de las pieles. El descubrimiento de yacimientos de este mineral en las afueras de Cartagena fue el principal causante de que se retomara el interés por la minería y por el establecimiento de una población fija, que trabajara en ellas.

  Don Francisco de los Cobos obtuvo en 1534 del Rey Carlos I la propiedad de las nuevas minas, que pasaron a pertenecer al término de realengo. Las primeras personas que trabajaron en la extracción de mineral fueron moriscos, pero se temía que ante una nueva incursión berberisca la situación se volviera peligrosa y los musulmanes tomaran parte por los invasores. D. Francisco de los Cobos consiguió en 1535 que se eximiera del pago de impuestos reales a la producción de sus minas, y se establecieran en el lugar un número elevado de cristianos viejos, que daban seguridad a la zona. Esta exención de impuestos también era disfrutada por otras zonas del Sureste en las que eran importantes los trabajos mineros, como Almería o Alumbres Viejos, en Mazarrón.

  Todos estos beneficios los otorgó el rey Carlos I mediante una Real Cédula, que se puede considerar como Carta de Población del pueblo de Alumbres Nuevos. A partir de ese momento comenzaron las labores de construcción de las viviendas de los obreros y de los edificios relacionados con la explotación del mineral. Un año después, Francisco de los Cobos se asoció con Hernando de Baeza para la explotación y venta del mineral.

  El producto obtenido en estas explotaciones era empleado en la industria textil, pero también en la farmacéutica y su difusión no se hizo esperar y pronto entraría en los mercados de Flandes, Inglaterra y Francia. En este siglo XVI la nueva población vio aumentar sus riquezas y habitantes, lo que propició nuevas ocupaciones y necesidades. Éste sería un buen momento para las nacientes labores de agricultura, ganadería y trabajo con el esparto.

  La riqueza forjada con el material extraído tuvo consecuencias de inmediato. En el siglo XV el Rey Enrique IV había concedido el alumbre murciano a Juan Pacheco, y éste a su vez había cedido la mitad al adelantado de Murcia Pedro Fajardo. Sus herederos, el II marqués de Villena y duque de Escalona, y el II marqués de los Vélez se creían con la potestad de reclamar las minas a Francisco de los Cobos, quien  negoció con ellos ante el temor de una posible pérdida de todo su patrimonio. En 1539, De los Cobos cede la mitad de sus posesiones en Alumbres Nuevos a favor del II Marqués de Villena, que desde ese momento se puede considerar dueño y señor de la población. Dos años más tarde, don Francisco entregaría la otra mitad de sus posesiones al marqués de los Vélez.

  Segunda mitad del siglo XVI, decae la producción de alumbres

  A mediados del siglo XVI se comenzó a erigir una iglesia en Alumbres, y se dispuso en la población de un alcalde pedáneo nombrado por el Concejo de Cartagena, aunque en la localidad siempre fueron más importantes los gobernadores del marqués de Villena. En 1568 el Rey Felipe II prohibió exportar alumbre a Flandes, colonia rebelde a la Corona Española, lo que supuso la caída en picado de la producción de las minas de Alumbres Nuevos y el comienzo de la explotación del plomo. El siglo XVI concluiría con el cierre de la fábrica de alumbres y el regidor pidió a Cartagena que se reconstruyan las torres defensivas, o que se permitiese a los habitantes de esta zona emigrar a la ciudad porque se temía por sus vidas. De hecho, durante la década de los años 80' del siglo XVI habían sido varias las incursiones berberiscas, llegando incluso a la población de Alumbres Nuevos.

  Siglos XVII y XVIII

  A principios del siglo XVII se volvieron a abrir las fábricas de alumbres, pero ante la decadencia de éste material se aprovechó para explotar la almagra, una sustancia que procedía del residuo que quedaba tras la producción de alumbre, empleada en pintura para crear colores rojos, así como en la limpieza de espejos y plata labrada.

  La población de Alumbres comenzó a aumentar hasta tal punto que, incluso, se pensó en erigir una iglesia y se dotó a la población de una parroquia. A finales de este siglo XVII Alumbres Nuevos fue considerado diputación de Cartagena,  siendo nombrados sus alcaldes pedáneos por el Concejo de la ciudad portuaria.

  En los comienzos del siglo XVIII tuvo lugar un gran acontecimiento político en España que llegaría a afectar, y mucho, a la población de Alumbres Nuevos: la Guerra de Sucesión entre Felipe V de Borbón y el archiduque Carlos de Austria. La ciudad de Cartagena cayó en poder de las tropas del Archiduque, que también invadieron y saquearon la población de Alumbres. Tras la victoria de Felipe V la localidad se convirtió en lugar de realengo del partido de Cartagena.

  Durante el siglo XVIII continuó el trabajo de la almagra, producto requerido desde muchas ciudades españolas (sobre todo Sevilla, para la producción de tabaco colorao). La exportación de esta sustancia alcanzó tal envergadura que hizo temer, incluso, por su desaparición en la zona. Con el tiempo y los avances en la utilización de sustancias provenientes de diversos minerales, ganó interés el uso del alumbre potásico natural, circunstancia que llevó poco a poco al abandono de la producción de almagra, cesando su comercialización antes de terminar el siglo.

  A mediados del siglo XVIII existían en Alumbres tres molinos de viento harineros, un arrendador de las cuatro especies (aceite, carne, vinagre y vino) único en Cartagena y, prácticamente, 500 vecinos. Para estas fechas ya estaba erigida también una iglesia de tres naves con numerosos enterramientos en su interior. En esta misma centuria surgieron otros núcleos de población pertenecientes a la diputación como El Portazgo, Media Legua, El Abrevadero, y Los Partidarios.