El 30 de mayo de 1813 es una fecha muy significativa para los galileos, el Día del Pueblo Galileo. Se trata del momento en el que quedó instituido el primer Ayuntamiento de Pozo Estrecho, aprovechando el marco histórico de la Constitución de 1812. Pero derogada la Constitución, tras el regreso del régimen absolutista a España de la mano de Fernando VII, el Ayuntamiento fue disuelto y sus miembros perseguidos. La diputación volvió a formar parte de Cartagena a la fuerza.

  Pese a las dificultades Pozo Estrecho seguía progresando en muchos aspectos. En 1816 se abría un Mesón y Casa Posada para servir al gran número de viajantes, que pasaban por la localidad con destino a Murcia u Orihuela. En 1817 se fundaba la Archicofradía de la Santísima Virgen del Rosario y su Hermandad de Auroros, que aún hoy visitan las casas las noches de los sábados de octubre con sus cantos y coplas.

  En 1850 se contaban en Pozo Estrecho más de 200 casas con 450 habitantes en todo el término. Había escuela, pozos, aljibes, producción de trigo, cebada, aceite, vino, barrilla, esparto, y abundante caza de liebres y perdices. En 1860 se inauguró el Teatro de la Sociedad Filantrópico Recreativa, muestra evidente de la gran inclinación de los vecinos por las artes escénicas.

  La Visita Real

  Isabel II visitaría la localidad, aprovechando la inauguración en 1862 de la línea de ferrocarril Murcia-Cartagena. Pero en balde los vecinos se dirigieron a la reina Isabel II, el 25 de mayo de 1866, solicitando la segregación de Cartagena, con argumentos tan sólidos como el número de habitantes y el desarrollo económico de la diputación. Aún hoy Pozo Estrecho sigue aspirando a ser un municipio. La sublevación del Cantón de Cartagena en 1873 llevaría hasta Pozo Estrecho las sesiones del Ayuntamiento, siendo a partir de este momento cuando la zona pasó a recibir el nombre de La Corte del Campo.

  Desde principios del siglo XX destacarían en distintos parajes de Pozo Estrecho diversas fincas dedicadas a la agricultura, en las que las casas solariegas de diseño autóctono aparecen reseñadas en obras de arquitectura. No dejaría de crecer a lo largo del siglo XX la diputación, con la fundación de distintas instituciones cívicas y religiosas, destacando diversas publicaciones de prensa a comienzos del XX o la Asociación de Vecinos de 1968.