El origen de Navares puede situarse en la Edad Moderna, quizá en el siglo XVI, tras la lenta repoblación de sus tierras a través de donaciones y repartimientos de la Corona castellana. Hoy día los escasos testimonios documentales quedan avalados por los valores patrimoniales de la población, como las antiguas casas, caserones de fincas, molinos harineros y pozos, un pequeño conjunto monumental que nos remite a antiquísimas épocas fundacionales, que sólo la memoria popular revive.

  Arqueología

  En los parajes de Navares también quedan testimonios arqueológicos de la Edad Media. Dos yacimientos confirman la existencia de pobladores islámicos durante el Medievo, que se suman a los numerosos restos arqueológicos que pequeñas poblaciones caravaqueñas tienen en sus inmediaciones. Estas poblaciones suelen tener restos arqueológicos de distintas culturas y épocas. La riqueza del patrimonio arqueológico del municipio es importante. En el caso de Navares son dos los yacimientos arqueológicos catalogados.

  Los dos yacimientos son Llano de Navares I y II, y ambos pertenecen a la época medieval islámica. En el caso de Llano de Navares I nos encontramos con los restos de un hábitat de época islámica que, sin tratarse de un yacimiento de gran importancia, constata el poblamiento islámico en la zona. Llano de Navares II nos da muestras de un área de inhumación o pequeña necrópolis, si bien la roturación agrícola de las tierras o los nuevos trazados urbanos han alterado de manera evidente la zona.

  La cultura romana y la posterior islámica certifican en estas áreas geográficas cercanas al Quípar y al Argos el secular interés de las distintas sociedades y culturas por establecerse históricamente en estas áreas. Los restos cercanos a la ermita de la población vecina de La Encarnación o los restos del puente romano de La Almudema son buena muestra del largo recorrido histórico de los pueblos de Caravaca.

  Origen moderno

  La memoria popular sitúa el origen de la población actual en 1575, a partir de cinco familias hidalgas de terratenientes, quizás los originales propietarios de los parajes de Tapabujeros, La Hoya, Casa del Olmo, Chuecos y Molino de Navares. Los restos de las viejas casonas de Navares, arquitecturas, detalles, pozos y aljibes nos refieren al antiguo origen de las fincas y casas, si bien las remodelación del XIX en algunas de ellas borran en parte las muestras de la arquitectura del XVII o XVIII. En el caso del Molino de Navares, la maquinaria es de época contemporánea, si bien el cauce de agua, aún visible, es muy antiguo. Atendiendo a las pocas referencias documentales sobre la Historia de Navares podemos asegurar que el origen de su topónimo podría estar en la voz nava, de origen vasco y que significa tierra llana.

  La repoblación cristiana de la geografía de Caravaca se hizo, en ocasiones, a través de la donación por parte de la Corona castellana de terrenos y parajes, bien a nobles y notables o a familias llegadas de distintos puntos de la Península. Las nuevas roturaciones del XVII incrementaron tanto en Caravaca como en otros puntos de la geografía murciana las áreas de cultivo, por lo que no es de extrañar la existencia de estas casonas y molinos, vinculadas de manera directa al cultivo de campos de cereal y a la manufactura de los productos.