El Castillo y la alquería de Puentes

  Durante la época islámica, con la pretensión de controlar las vías de paso y de defenderse en caso de posibles ataques, se levanta el Castillo de Puentes, posiblemente entre los siglos XII y XIII. Está ubicado en un lugar estratégico, sobre un pequeño cerro en la confluencia de los ríos Vélez y Luchena, que permite establecer contacto visual con el Castillo de Lorca y con el de Tirieza.

  La fortaleza alcanzaba una altura de 500 metros, y conserva restos de las murallas y de los tres torreones que configuraban el recinto defensivo, así como dos aljibes que suministraban el agua necesaria a los habitantes de dicha fortaleza. En torno al Castillo se han hallado restos de un asentamiento islámico y una necrópolis, y las tierras circundantes, hoy anegadas por el Pantano de Puentes, posiblemente serían unos prósperos huertos que abastecerían a la población, agrupada en esta alquería, cuyos restos materiales la sitúan entre los siglos X y XI.

  La Alquería, ubicada en el actual paraje del Cortijo del Centeno, se aseguraba el abastecimiento de agua mediante un nacimiento cercano al río Corneros, ocupando además un lugar estratégico, puesto que se encontraba en el único paso que permitía atravesar el río Guadalentín en kilómetros. Cuando se construye el Castillo, la Alquería de Puentes asciende al rango de hisn, es decir, núcleo de población fortificado con rango intermedio entre alquería (aldea) y madina (ciudad), pasando así a ser el principal núcleo de población de la vega del Guadalentín.

  La Mezquita del Centeno

  Adscrita a esta alquería se construyó una mezquita a finales del siglo XII. Su ubicación junto a una vía de paso permitía a los viajeros dedicarse a la oración, a la vez que podían hacer una parada para asearse, hospedarse y poner a punto las caballerías. Su planta rectangular está dividida en un espacio para el culto, compartimentado en tres naves, el muro de la quibla con el mihrab y el mimbar, espacio reservado para las mujeres en la parte posterior y base del minarete con arranque de la escalera de acceso.

  El edificio fue abandonado en época tardoalmohade, y a esto se debe su conservación sin modificaciones, algo muy poco frecuente, convirtiéndose así en un edificio único en la Región de Murcia, y en un ejemplo representativo de la arquitectura rural de la época. La primera referencia escrita en donde se menciona el Castillo de Puentes data de 1257, durante el repartimiento de Lorca, cuando Alfonso X concede este Castillo y el de Felí al Concejo de Lorca para impedir el avance nazarí.

  A partir de este momento se intenta una repoblación cristiana en la zona, no obteniéndose los resultados esperados debido a la inseguridad de esta tierra fronteriza. Tras el asentamiento de los cristianos el área quedó poco a poco despoblada, y en una referencia escrita de 1275 ya no se habla de 'castiellos y villas' sino de 'castiellos et logares', lo que hace suponer el bajo índice poblacional. Desde el siglo XIV no se encuentran referencias a este lugar, que ha permanecido despoblado, a excepción de algunos cortijos aislados.

  La primera presa de Puentes

  En el siglo XVII, olvidada ya la frontera con el reino nazarí, las preocupaciones se centraron en cómo controlar las avenidas del río Guadalentín, y en cómo ingeniar una infraestructura que permitiera el abastecimiento de agua durante la época de sequía. En 1611, tras sufrir los lorquinos una sequía de siete años, el Concejo de Lorca decide enviar emisarios a los pantanos de Almansa (Albacete) y de Tibi (Alicante) para informar sobre la viabilidad de la construcción de un pantano en Lorca. De esta forma, tras varios estudios y bajo el reinado de Felipe IV se inician las obras de construcción de la primera presa de Puentes, pero una riada arrasó la cimentación, quedando postergado el proyecto.

  Los intentos por traer el agua a Lorca mediante trasvases siguen sin dar resultado, y en 1712 tras otro período de sequía, el cardenal Belluga pide licencia a la ciudad de Lorca para la construcción de una presa, utilizando las aguas represadas para fundar Obras Pías. El acuerdo no llega a producirse y en su lugar el cardenal construye la presa de Lébor en Totana. En las décadas siguientes existen varios intentos frustrados por trasvasar agua desde los ríos Castril y Guardal.