Puebla de Soto, pedanía perteneciente al término municipal de Murcia, se sitúa a unos cinco kilómetros al Oeste de la capital municipal, en el sector central de la huerta y en la margen derecha del río Segura.

Limita al Norte con las pedanías de Javalí Viejo y La Ñora, al Este con la pedanía de La Raya, al Oeste con el término municipal de Alcantarilla y, al Sur, con la también pedanía de Nonduermas.

Este antiguo molino, del siglo XIX, en la actualidad se encuentra, prácticamente, en ruinas. Mantiene algunas paredes que han quedado incluidas en una nueva construcción, la fábrica de Hijos de Raúl Navarro S.L., pero su morfología se ha perdido aunque aún se puede vislumbrar cómo la fachada se articulaba en torno a los vanos en cuatro ejes, lo que le otorgaba una gran simetría. De la maquinaría del molino se conservan las ruedas.

Donde si se mantiene su antigua existencia, y permite su identificación, es en la toponimia, con el nombre de Camino del Batán.

En sus orígenes el molino tuvo como función la de moler el grano de cultivos circundantes. Posteriormente se cambió su funcionalidad pasando a ser un molino dedicado al bataneo.

Molinos Bataneros

Los molinos bataneros fueron numerosos a lo largo de la geografía de nuestra comunidad, estaban dedicados al bataneado de los paños. Cuando las telas, mantas o paños tejidos en los telares debían tener una mayor resistencia o una consistencia mas gruesa, según el uso al que fuesen a ser destinados, se les sometía a una nueva operación denominada: abatanado o enfurtido.

El batanado se realizaba en los batanes, pisas, pisones o follones (a esto alude el abundante ruido que producían). Los tejidos de lana, principalmente gruesos, se golpeaban mientras estaban remojados para que se limpiasen, se incorporasen y para ser apelmazados. La necesidad del batanado venía no solo impuesta por el hecho de que el paño alcanzase una mayor densidad y peso, en definitiva una mayor calidad y durabilidad del tejido, sino  además para desengrasar los paños.

Durante el proceso de cardado, hilado y enmadejado de la lana, esta se engrasaba con aceite de oliva o manteca que despues de tejida quedaban en el paño . El objeto de engrasar la lana era prevenir el deterioro de las fibras por el roce. El batán, adicionalmente, permitía lavar a base de golpes las ropa ya confeccionada, sobre todo si se trataba de batanes más pequeños, por lo que como uso secundario y bajo determinadas circunstancias era también el equivalente a la lavandería industrial de hoy en día.

El batán en si se trataba de una rueda hidráulica que movía un número indeterminado de mazas, según el tamaño de la rueda, en dos o tres pilas, lo que podríamos denominar como “batán mayor”.

La Técnica

En cuanto al proceso, las telas se colocaban en el interior de la pila, dobladas  y en una cantidad que podía oscilar entre de 30 a 50 varas de cada vez, el ritmo podía oscilar entre 20 a 40 golpes por minuto, remojándose continuamente durante el tiempo que dura el abatanado. La operación de abatanado, en verano, podía durar unas 24 horas y en invierno, debido a que el agua está mas fría, algo más de tiempo. Se hacían tres paradas durante el intervalo que duraba la operación, con el fin de cambiar de posición los paños y obtener un abatanado uniforme.

Era bueno que el proceso fuese vigilado continuamente con el fin de evitar averías en el funcionamiento de la máquina y si estas ocurrían , repararlas rápidamente ya que el continuo y desfasado golpeteo de las telas podía deteriorarlas.

El vigilante batanero por tanto estaba pendiente del mantenimiento de las ruedas hidráulicas, los ejes y engranajes. No obstante, cuando había una avería seria, se recurría al artesano llamado "carpintero de lo prieto". Este construía estas máquinas y las reparaban, siendo su oficio muy bien considerado. Esta profesión sería el equivalente al de un mecánico hoy en día, tengase en cuenta que las máquinas hidráulicas constituían entonces la tecnología más avanzada.