El Proyecto de Defensa Terrestre de 1936 pretendía proteger la base naval de Cartagena con una línea fortificada comprendida entre Águilas (Murcia) y Guardamar del Segura (Alicante). Esta línea transcurría paralela a los ríos Guadalentín y Segura y atravesaba las sierras de Almenara, Carrascoy y Escalona, según destacan los arquitectos Francisco José Fernández y Rebecca Tombergs en ‘Arquitectura militar de la guerra civil en la región’.

  El ejército republicano diseñó la creación de diferentes núcleos de resistencia terrestre, a través de esta línea fortificada para adelantar el sistema defensivo de la base naval de Cartagena al interior de la provincia de Murcia. El sistema defensivo aprovechaba las defensas naturales de los ríos y las montañas.

  Este sistema de defensa estaba basado en casamatas, nidos de ametralladoras, trincheras, campos de alambradas, depósitos de munición y refugios para las tropas. Los restos de estas construcciones militares se han encontrado en los municipios de Alhama de Murcia, Totana, Lorca, Águilas y Murcia.

  El Gobierno republicano ejecutó la construcción de las instalaciones militares aprobadas en el Proyecto de Defensa Terrestre. Estas construcciones resultaron innecesarias, debido a la lejanía de Murcia de los diferentes frentes de la guerra terrestre y a la nula resistencia republicana al avance de la IV Brigada de Navarra durante la ocupación de la provincia de Murcia a finales de marzo de 1939.

  La base de tanques soviéticos de Archena constituyó el principal baluarte defensivo de la provincia de Murcia entre 1936 y 1939. Esta base nació al comienzo de la guerra para preparar a los tanquistas republicanos antes de luchar en el frente. Sin embargo, la base de Archena tendría un papel esencial en la defensa del territorio murciano, como avanzadilla de la línea defensiva entre Águilas y Guardamar, en caso de una ofensiva nacional.