Los pobladores de los espacios rurales estaban habituados a predecir mediante el comportamiento de la naturaleza fenómenos meteorológicos que tanto bien o mal hacían sobre sus cosechas. El sol, la luna, el lucero del alba, la bruma o determinados días del año dejaban para campesinos, labradores y jornaleros señales inequívocas acerca de las lluvias, granizadas, heladas o sequías que afectarían su calendario laboral.

La ubicación de los astros y las estrellas marcaban la llegada del agua. El lucero del alba no llevaba la misma velocidad de traslación que la tierra y se adelantaba a la salida del sol. Cada día se veía más bajo en el horizonte hasta que se unía con el sol y desaparecía a los ojos del agricultor, considerándose que la lluvia vendría asociada a su reaparición.

El reborde brumoso que en ocasiones caracteriza a la luna constituía otra de las predicciones que anunciaban la llegada de tormentas rezándose “la luna con reborde, y estrellas dentro, o llueve o hace viento”. Por otro lado si la noche quedaba estrellada, limpia y clara el viento haría acto de presencia a la mañana siguiente.

Cuando caía granizo, conocido popularmente como “pedrisco”, se tiraba la Cruz de Caravaca y se abrían las tenazas en forma de cruz, acompañando este ritual en algunas zonas con un puñado de sal y una oración que hacía referencia a Santa Bárbara.

En tiempos de sequía se organizaban rogativas para que lloviera. Dentro de la tradición la obligación indicaba “sacar en Rogativa” al patrón o patrona del lugar implorando la lluvia y recuperación de los campos. La tradición oral murciana contiene un canto peculiar interpretado por el pueblo solicitando el agua necesitada para los cultivos:

Abuela Santa Ana nuestra, esposa de San Joaquín / mándanos el agua pronto, que la esperamos aquí, que la esperamos aquí. / Los campos se secan, la hierba no nace / y los borreguitos, se mueren de hambre, se mueren de hambre. / Abuela Sana Ana, extiende tu manto / y dile a tu nieto, que riegue los campos, que riegue los campos. / Los campos se secan, la hierba no nace / y los borreguitos, se mueren de hambre, se mueren de hambre.

El día de San Juan y el de San Agustín, si eran frescos y secos respectivamente, anunciaban un buen año de cosecha.

El canto de los gallos antes de la media noche indicaba que llovería tantas horas como faltaran para las doce.

Por último un “Año parejo” era aquel en el que las lluvias caían en su tiempo estimado, dejando cosechas abundantes para el campesinado.

Las Cabañuelas

Las Cabañuelas son un cálculo que en la sociedad rural se hace observando las variaciones climatológicas durante los doce primeros días del mes de agosto y relacionándolos con el tiempo que llevarán asociados los doce meses del año venidero.

Refranes y dichos relacionados con el clima

“A invierno lluvioso, verano caluroso”.
“Primavera mojada, verano seco”.
“Primavera seca, verano lluvioso”.
“Golondrinas tardías, invierno tordo, / golondrinas tempranas / pronto el verano”
“Sol poniente en cielo grana, buen tiempo por la mañana”.
“Esta noche arreboles, mañana soles”.
“Luna recortada, brillante y pequeña, luna serena”.
“Boria en la mañana, ni viento ni agua”.
“Sol naciente, sombrío y rojo, agua al ojo”.
“Sol entre nubes rojas y pardas, es sol de agua”.
“Luna nueva inflamada, presto la verás mojada”.
“Noche clara y sosegada, espera rociada; nube o viento, suelo seco”.